martes, 26 de febrero de 2008

Mi primer artículo

La revista salió hace más de una semana, pero yo estuve un tanto ocupado y no pude hacerlo saber. Aquí os dejo mi primer artículo como pseudo-periodista. Vale decir que lo disfruté mucho y que espero publicar más de aquí en adelante y que agradezco la ayuda de los que me corrigieron o aconsejaron para este primer número.

Como todo en esta vida, los primeros pasos son siempre pequeños y torpes. Pero así es más fácil mejorarlos. Tendré que pulir un poco el estilo, darle más forma al contenido y otras muchas cosas que descubriré por el camino (como no repetir terminaciones asonantes en una misma frase, sic).

Adjunto os dejo al artículo en cuestión y también el enlace para ver la totalidad de la revista. Espero que la disfrutéis y, siempre que lo creáis opotuno, dadme consejos para mejorar.

lunes, 18 de febrero de 2008

Campeonato de España de maratón


Anteayer, mi primo Maurice me recordaba una charla que tuvimos en Sierra Nevada en el mes de julio:

-¿Cuándo vas a correr maratón?

-Uffff, creo que todavía faltan algunos años para esto. Soy joven; mejor me conviene esperar un poco y subir la distancia con el tiempo.

Me equivoqué. Ayer, 17 de febrero de 2008, corrí mi segunda maratón. La primera fue en Amsterdam, en octubre: un tanteo con la distancia, una excursión por la ciudad, una gozada hasta casi el final.

Ayer ya era un experto. Mi carta de presentación eran las 2h27' que hice en Holanda y el objetivo, ganar por equipos. A nivel individual me conformaba con mejorar mi marca previa y a eso me dediqué.

Pero la maratón es mala compañera de viaje. El equipo sufrió bajas y nos quedamos sin puntuar como escuadra. El objetivo principal, ser campeones de España, se desmoronó en el km.34: Oscar Martín se había retirado. Aunque tenía orden de Antonio de pararme si el equipo no puntaba, decidí llegar a meta. Sólo quedaban 7kms y me encontraba con fuerza.

A diferencia de Amsterdam, corrí la segunda media más rápida que la primera. A menudo se ha discutido sobre cómo correr la maratón; yo apoyo este modus operandi: pasar muy cómodo la media maratón, seguir cómodo hasta el 30 y empezar a tensar (no tensionar, eh?) a partir de entonces. Así lo hice y conseguí una diferencia de 1 minuto entre la primera mitad y la segunda: 1h13'15" y 1h12'10".

Para todos los amantes de la estadística (y porque me gustó mi regularidad) copio mis tiempos de cada km. El más rápido (2 veces) a 3'18"; el más lento a 3'33".


Ahora descansaré un poco y empezaré a coger la bici para preparar el campeonato de España de duatlón. La próxima maratón... prefiero no dar fechas porque está visto que no las acierto. Me gustaría esperar, pero es que me encanta.

viernes, 15 de febrero de 2008

El entrenamiento invisible

De unos años a esta parte se ha hablado bastante del entrenamiento invisible. Aunque el nombre tiene algo de esotérico, la realidad es bien simple. El entenamiento invisible consiste en todo aquello que no tiene una relación directa con el correr pero mejora el rendimiento.

Antonio Serrano defiende la fórmula del 4+20. Cuatro horas de entrenamiento y veinte dedicadas a llegar preparado al entrenamiento del día siguiente. Esta es la fórmula del atleta profesional. En las veinte horas están las dedicadas a dormir (por la noche y durante la siesta), comer, ir al fisioterapeuta, darse una sauna, jugar a las cartas, leer, ver películas... e incluso tomarse una cerveza -muy rica en vitaminas del grupo B, por cierto-.

El entrenamiento invisible acaba por convertirse en parte fundamental del rendimiento del atleta y, por lo tanto, yo no quiero saltármelo. Cada cual lo adapta a sus posibilidades y aquí las variedades son infinitas: combinarlo con el trabajo, con la familia, con los estudios... Porque una cosa es la teoría (para los que se dedican al deporte al 100%) y otra es la práctica (los que nos dedicamos a correr al 100-n%).

Creo ahora en el blog una nueva categoría llamada "entenamiento invisible", en la que comentaré todas aquellas cosas que suelo hacer para mejorar un poquito. Y empiezo con la primera: mi colchón de lana.

Desde que nuestra casa es casa, los colchones son de lana. Ahora ya no se fabrican y las tasas de estrés y dolores de espalda van en aumento. Mi colchón de lana -tan añorado durante los últimos años- posee la misma propiedad que el sofá de Homer Simpson: mantiene el hueco del usuario. Sólo es necesario tumbarse en él, en posición fetal, para gozar de un sueño profundo y prolongado que repone todas las energías gastadas durante la jornada. Un pequeño detalle que, ciertamente, ayuda muchísimo en el rendimiento deportivo.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Mi nueva bici

En Amsterdam me compré una bicicleta de segunda mano por 55 euros. Al irme de allí conseguí venderla por 40: fue un buen negocio.

A mi llegada a casa, me esperaba una nueva bicicleta. La marca DITEC me la presta durante un año. Al finalizarlo, puedo comprarla por 2000 euros.

Salta a la vista que ambas bicicletas son sustancialmente diferentes. Tan diferentes, que después de 5 meses con la holandesa casi me caigo al montar en la nueva. De una bici de ciudad: robusta, neumáticos gruesos, manillar modelo "verano azul"... pasé a otra que apenas pesa 8kg, con unas ruedas tan finas como cuchillos y una postura de pedaleo más encorvada que la del pobre Quasimodo. Estoy encantado con el obsequio, pero el cambio ha sido demasiado acelerado.

El año pasado corrí los duatlones con la bici de mi hermano (de aluminio) y apenas santía vergüenza por vestir unas zapatillas del Decathlon. Pero ahora... quizá debería comprarme unas nuevas.

En fin, que ésta es la bici que me espera para entrenar los duatlones a partir del lunes siguiente, como regeneración después del campeonato de España de maratón de Valencia: cuadro de carbono de una sola pieza, grupo Shimano Ultegra, etc, etc. Por ahora, unas fotos de la bici en solitario. En las próximas semanas, yo en acción.


Como podéis comprobar, le faltan algunos retoques. Los pedales son provisionales (los míos los tiene mi hermano), no hay portabidones y tampoco lleva el cuentaquilómetros. Poquito a poco.

viernes, 8 de febrero de 2008

A los fogones

Ayer jueves el pare se despertó un poco molesto y guardó cama. La ventaja de haber terminado la carrera y no estar trabajando es que estoy disponible para echar un cable en casa.

Por la mañana trabajé en el estanco: leí todos los periódicos, hablé con los del pueblo que pasan por el estanco entre el café y el bocadillo, los que recogen la prensa a primera hora y los que la cogen al final de la mañana, etc. Pero llegó la hora de cerrar: las 13:30.

En casa, mi padre seguía en la cama y la mare, que llegaría a las tres, esperaba encontrar un platito caliente. Ayunar fue cosa del miércoles, así que el jueves tocaba recuperar el ritmo.

Mis virtudes culinarias se reducen a pasta blanca, arroz y huevos fritos. Pero me armé de valor para sorprenderme a mí mismo. Consulté varios libros de cocina (en los pasados reyes cayó, a modo de indirecta, un librito de cocina para jóvenes). El problema era encontrar una receta asequible que estuviera en consonancia con las existencias. El resultado: patatas a la cazuela, receta de las Hermanas Clarisas del Monasterio de Santa Clara, en Briviesca, provincia de Burgos. La saqué del libro Cocina Monacal: los secretos culinarios de las hermanas clarisas.

Como las patatas eran de nuestro huerto -pequeñísimas-, pelarlas me llevó casi media hora. Pero fue lo único molesto. Después, un poquito de aceite para dorar el ajo; poner los guisantes y las patatas a la cazuela, rellenar de agua hasta cubrirlo todo y esperar. Y para terminar, a modo de guinda, posar unos huevos en la superficie que, con la temperatura del agua, se cocieron al momento a modo de pelotilla, dejando la yema entre líquida y sólida.

Os prometo que me sorprendí al terminar. Ni mi pensamiento más optimista creía que fuera capaz. El pare bajó a comer y dijo que me quedó bien, aunque escaso de sal; no es problema: a mí madre no le disgusta, a mí tampoco y a mi padre no le conviene.

Y por la noche, Nico también lo comió -añadiéndole sal- y aseguró que estaba riquísimo. Será cuestión de ponerse el delantal más a menudo.

martes, 5 de febrero de 2008

¡Filípides existe!

Empecé a entrenar con Antonio Serrano en noviembre de 2002. Yo era un júnior de pueblo en la capital de España y Antonio me ayudó en casi todo. Poco a poco iba mejorando mis marcas personales y nuestra amistad se afianzó.

Al llegar el verano, conseguí el libro que publicó junto a Alfredo Varona y en su dedicatoria escribió lo siguiente:

"Espero que con la lectura de este libro te dé ámimos para ir subiendo del 1500 al maratón con el paso de los años. Un abrazo, Marc. Y sobre todo disfruta del atletismo."

Estoy dsifrutando con el atletismo; creo que nadie puede dudarlo. Y me he animado a correr maratones (en plural, porque faltan menos de 2 semanas para que haga la segunda). No sé si ha sido sólo el libro, creo que las muchas horas que he pasado con Antonio han ayudado mucho.

Lo cierto es que el libro engancha. Está dividido en 2 grandes partes: la de Alfredo Varona (periodista y atleta aficionado) que habla de todos y cada uno de los aspectos que reodean a la maratón y a los maratonianos; y la de Antonio Serrano, a modo de protagonista como atleta y entrenador.

Las anécdotas se cuentan por decenas. Los truquitos y supersticiones de cada corredor. Las manías de algunos que llevaban a la desesperación a otros. Y los éxitos y los fracasos de la más mítica de las distancias: cómo Antonio hizo récord de España en Berlín en 1994 (2h09'13") o cómo un viento huracanado en Amsterdam en 1996 mandó al traste la oportunidad de correr en 2h08' o menos.

Ahora lo está leyendo mi madre y yo suelo cogérselo para releerlo. La disposición en pequeños capítulos e historietas encuadradas, hace que la relectura sea fácil y adictiva.

A todos los que os apasiona la maratón y a todos los que no entendéis cómo alguien puede estar tan loco como para correr (o andar) durante 42kms, os recomiendo este libro. Y con él empiezo una nueva categoría titulada "libros sobre deporte".

ISBN: 978-84-206-6797-3
Madrid, Alianza editorial S.A. Noviembre 2001.
320 páginas (23x16). Rústica.