martes, 30 de septiembre de 2008

Valladolid, 1991 (y2)


Nada más fácil: Valladolid, 1991 (y2) son 1993. Donde no llega internet llega el baúl de los recuerdos. Después de que Mòmo afirmara que no recordaba ese viaje, me puse a regirar los álbums familiares y encontré una joya en la que aparecemos Enric, Maria, Ferrán y yo en el hall del hotel Olid Meliá; en el subtítulo pone bien clarito: Valladolid 1993.

Las dudas se aclaran y corrijo algunos errores que cometí. En 1993, los hermanos que fuimos a Valladolid teníamos 13, 11, 9 (yo) y 4. Se supone que en casa se quedaron mi padre con Mòmo (14) y Nico (1).

Y me gustaría poder publicar el resultado de mi madre en esa carrera pero aunque he escrito un e-mail a los organizadores no he conseguido ninguna respuesta. A ver si en los próximos días...

viernes, 26 de septiembre de 2008

Valladolid, 1991


Pido perdón por descuidar el blog durante las 2 últimas semanas. Vuelvo a la carga.

El domingo 21 participé en el campeonato de España de media maratón, en Valladolid. El resultado fue algo peor que mal; no porque estuviera mal de forma sino porque corrí como no debe hacerse y desmoralizándome a cada paso que daba. Empecé más fuerte de lo que debía y mis piernas lo notaron; empecé a aflojar y aflojar y aflojar... hasta que en el km. 15 me alcanzó Yesenia. Por aquel entonces estaba pensando en retirarme pero no sabía dónde estaba la llegada así que opté por seguir en competición. Y como estaba desmotivado aproveché para hacer de liebre improvisada a Yesenia y así tener un motivo para seguir corriendo.

Al final, 1h10'18". Y tengo que aclarar que llegué a meta por delante de Yesenia pero en la clasificación ella aparece primera con 1h10'17". ¡A fastidiarse!

Pero lo divertido de la carrera fue recordar algo que pasó hace muchos años. He buceado por internet en busca de información pero a principios de los 90 nadie utilizaba la red. Parece ser que fue en 1991 cuando se celebró otra edición del campeonato de España de media maratón en Valladolid. No recuerdo la fecha pero sí la sede: mi madre participó.

A mi madre la acompañamos los 4 hijos mayores (yo el 4º con 7 años) y parece ser que mi padre se quedó con Ferran. Viajamos en el tren nocturno desde Barcelona y llegamos de madrugada a Valladolid, nos dirigimos al hotel y... ¡resulta que este pasado fin de semana estaba en el mismo!

En cuanto a la carrera, no recuerdo nada. Por esos años yo sólo prestaba atención al fútbol y lo único que me quedó grabado fue que mi madre subió al podio (no porque se lo ganara sino porque la chica que quedó 3ª estaba duchándose y le pidieron a mi madre que hiciera de doble).

Mi madre recapacita ahora sobre ese viaje: sola, con 4 hijos a cargo (12, 11, 9 y 7) y teniendo que disputar un campeonato de España. Los tiempos eran distintos, sin duda, pero ella era así. Ahora no lo haría -dice- aunque más tarde tuvo otra mejor. Viajó a Huelva en avión con Ferran (tendría 4 o 5 años) y, mientras ella competía, dejó a Ferran en el zoo para que estuviera entretenido. Así eran los viajes de mi madre.

La semana que viene, siguiendo con "los viajes de mi madre", explicaré qué eran los domingos en Francia (e intentaré adjuntar alguna foto de época).

jueves, 11 de septiembre de 2008

Juanjo Méndez y el Angliru

El próximo sábado la Vuelta tiene final en alto: en el alto del Angliru. Y coincidiendo con la disputa de los Juegos Paralímpicos, he recordado el reto que se propuso hace varios años Juanjo Méndez.

Juanjo Méndez es un barcelonés de 44 años que cuando tenía 28 sufrió un accidente de moto que le privó de un brazo y de una pierna para el resto de su vida. Aunque con dificultad, se aficionó a la bicicleta para perder algo de peso y acabó por ser un gran deportista paralímpico. En Atenas consiguió la medalla de plata en persecución y en Pekín, el pasado martes, la de bronce.

Un día vino a Sant Pol, con Maurice, y comimos juntos. Nos contó a todos los presentes la ilusión que le haría ser el primer discapacitado de LC4 (los discapacitados físicos más severos) en coronar el Angliru, posiblemente el puerto más duro de España. Y lo intentó; pero no lo consiguió. Le pudo más la ambición que las fuerzas, aunque para mí ya es una victoria conseguir pedalear sólo con el brazo y la pierna derechos; más aun en el mismo puerto donde el próximo sábado veremos a los profesionales del ciclismo ir de un lado al otro de la calzada con el fin de no perder fuerzas y seguir encima de la bicicleta.

Pero Juanjo se lo toma con filosofía. Os habréis fijado que su bicicleta sólo tiene un pedal y medio manillar (es media bicicleta). Un día, mientras entrenaba, sufrió una caída. Y un policía que pasaba por allí le intentó ayudar buscando en vano las piezas que "se habían caído" de la bicicleta. Al pobre hombre le costó entrar en razón y entender que la bici de Juanjo no necesitaba otro pedal, únicamente la ayuda de alguien que le subiera a ella para poder seguir entrenando.

Mañana, viernes, tiene la contrarreloj y el sábado, la prueba de ruta. En ambas aspira a medalla, mientras los profesionales del ciclismo irán de un lado al otro de la calzada con el fin de no perder fuerzas y seguir encima de la bicicleta hasta coronar el Angliru. Y no será fácil pero seguro que ninguno de ellos sería capaz de hacerlo con sólo una pierna y un brazo.


lunes, 8 de septiembre de 2008

La primera, de chocolate


Ya han empezado los Juegos Paralímpicos y Maurice ha gastado su primer cartucho. En los 3kms de persecución perdió el autobús (literalmente) y llegó tarde y desconcentrado al velódromo de Laoshan. Pero consiguió una meritoria 4ª plaza, aunque ese mismo puesto ya lo alcanzó hace 4 años en Atenas.

Maurice, que tiene de mejor marca en esta prueba 4'01" y que confiaba en estar a la altura de bajar de los 4 minutos, pagó el percance del desplazamiento y marcó 4'08". El bronce se lo llevó el canadiense Quevillon que consiguió un crono de 4'03", algo asequible para Maurice.

Pero no pasa nada. A Maurice le cuesta arrancar pero tiene una velocidad crucero de infarto. 3kms en pista se le quedan cortos, pero no así la contrarreloj (su especialidad) y la ruta, donde suele atacar a falta de varios kilómetros de meta para no tener que jugárselo al sprint. Es posible, incluso, que haga táctica de equipo con Ochoa; ya lo hicieron en el pasado mundial y se repartieron las medallas de oro y plata en ambas pruebas: oro de ruta y plata de crono para Maurice; oro de crono y plata de ruta para Ochoa.

Los resultados de la prueba, aquí.

El martes tiene la prueba de 1km (un mero trámite; no es su fuerte) y el viernes, la contrarreloj, en el mismo circuito donde se corrió el triatlón.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Villancicos en verano

Érase un villancico que sonó el 1 de septiembre. Lo escribió mi abuelo y le puso la música mi tío, hace no muchos años.

A mi abuelo le encantaba escribir versos; todos los nietos tenemos uno en el recordatorio de la primera comunión y sus hijos, además del de la primera comunión, tienen el de sus respectivas bodas. Todo lo decía con versos, mi abuelo, incluso cuando se declaró a mi abuela, hace muchos más años.

Fue un hombre adelantado a su tiempo: se fue a esquiar antes de la guerra y durante el trayecto en tren, que era muy largo, aprendió "la nouvelle technique du ski" gracias al libro homónimo editado en 1932 y que tenía por subtítulo "Methode d'enseignement collectif et d'apprentissage individuel", con 51 figures y 128 photographies. Hablaba perfectamente el francés y sabía negociar el precio de las patatas en inglés, aunque no consiguió el visto bueno de su padre para aceptar un empleo de aprendiz en el mercado de la verdura de Londres, hace ya muchos años.

Y construyó un supermercado, que anunciaba las butifarras que él mismo elaboraba a través de poesías. Y sacaba tiempo para ir a cuidar el huerto, aunque cada vez le faltaban más las fuerzas. Pero seguía vendiendo higos, aunque el supermercado llevara años cerrado porque ningún hijo lo quiso heredar; seguía sentándose en el portal de su casa, escogiendo los higos con el tacto más que con la vista y ofreciendo las docenas (de 15 unidades) a 2€.

Y cada Navidad, el 25 de diciembre, celebrábamos su cumpleaños; y, desde hacía pocos, cantábamos su villancico al término de la Misa del Gallo. Pero nunca lo escuché el 1 de septiembre.

Esta vez fue especial: sólo la música; la letra iba por dentro de cada uno de los que nos la sabíamos "desembre gelat/ que dónes comiat/ a l'any que s'esfuma/..." Y terminó. Y salimos de la iglesia, tras el féretro hasta lo alto de la colina y lo dejamos descansar encima del otro, el de mi abuela, enterrado 4 años antes.

Pero seguiremos cantándolo la próxima Navidad, porque los villancicos no son para el verano. Y porque en Primera fila tendremos a dos oyentes que lo estarán esperando, este año y todos los demás.