Resulta que nacimos para correr y que no dejamos de correr al envejecer sino que envejecemos porque dejamos de correr. Son muchísimas las historias que se entremezclan en el libro "Nacidos para correr" de Christopher McDougall, y no sabría decir cuál me ha sorprendido más.
No conocía nada de los
tarahumaras y siempre pensé que el ultrafondo era el refugio de los que no podían correr una maratón a un ritmo decente; pero reconozco que el libro me ha abierto un poco los ojos y me ha entrado algo de curiosidad por el mundo del ultrafondo. Quién sabe si algún día de estos me animaré con una carrera así.
El libro toca un tema interesante como es el de correr descalzos (
barefoot) y me gustaría comentar mi opinión al respecto. Como fisioterapeuta me encuentro con varias lesiones relacionadas con el deporte y a veces ya me pregunté si correr descalzo podía modificar algo (recuerdo que hace casi un año le comenté a
Pablo Vega que lo probara, a ver si así conseguía que su ciática le molestara menos, pero no cambió mucho la cosa).
Es verdad que el pie es una gran obra de ingeniería (como dicen que lo definió Leonardo da Vinci) pero no podemos pretender que después de andar calzados durante años y décadas, descalzarnos sea una tarea fácil. Del mismo modo que al quitarnos una escayola tardamos varias semanas en recuperar la movilidad y el tono muscular, el pie requiere un entrenamiento adecuado, progresivo y continuado para ser capaz de correr descalzo. No respetar estos tiempos y cargas nos llevará directos a la lesión. Pero... ¿se puede conseguir? Yo estoy seguro que sí pero me surge otra pregunta más interesante: ¿merece la pena?
Aquí entramos en el mundo de la especulación, pero me atrevería a decir que sí; no con el objetivo de que corramos descalzos, pero sí para que corramos mejor. Me sorprendió leer que un estudio con gimnastas llegaba a la conclusión de que a menor dureza del suelo, más fuerte caían ellos. Nuestro miembro inferior está diseñado para amortiguar los impactos pero nos lo ahorraremos si debajo existe un cojín. Nuestro pie está diseñado para correr con la zona de los metatarsianos (se necesita un tendón de aquiles muy potente para soportar ese impacto) pero nos lo ahorraremos -pisaremos con el talón- sin debajo existe un cojín.
Los impactos de nuestro pie contra el suelo pueden ser amortiguados por la musculatura de la planta del pie junto al tendón de aquiles y demás músculos de la pantorrilla o ser transmitidos a través del calcáneo-astrágalo-tibia y demás huesos. Aunque nuestros huesos suelen ser duros y bien formados, no están diseñados para recibir estos impactos y la amortiguación de la zapatilla quizá sólo sirve para que pisemos todavía más fuerte. ¿Te has escuchado correr alguna vez? Haz la prueba: corre un poco con zapatillas y luego hazlo descalzo; ¿existe diferencia?
Ahora llega lo difícil. Esprintar o correr una distancia corta no cuesta mucho, pero ¿se puede correr así una maratón? Lo cierto es que será necesario mucho entrenamiento y un peso bajo siempre será una ventaja, pero no lo veo imposible y, en cambio, lo veo beneficioso. ¿Os molesta que al veros correr alguien -a veces médicos- comente que vuestras rodillas estarán destrozadas dentro de unos años? Pues la solución está en nuestros pies. No te emociones y salgas a correr descalzo por un terreno desconocido, pero añade algún trote suave y corto semanalmente; auméntalo con el paso de las semanas y súmale subidas, escaleras y saltos a la cuerda. Y si las FiveFingers te parecen muy caras (que lo son), cómprate unas chanclas con velcro o algo parecido.
Yo cometí el error de precipitarme. ¿Os acordáis de mis problemas de pies en la maratón de Barcelona? Pensé que con sólo calzarme unas zapatillas ligeras era suficiente para correr mejor, pero me faltaba entrenamiento. El error no fue tanto correr con las
HyperSpeed sino entrenar con otras más gruesas. Pero ya le estoy poniendo remedio y espero que mi pisada mejore mucho en los próximos meses.