martes, 19 de agosto de 2014

La Ultratrail Val d'Aran

Tal y como os comentaba en la entrada anterior, durante los meses de verano hace falta buscar objetivos suculentos para mantener las ganas de entrenar e ir cogiendo la forma. El problema es que quizá me pasé con los ingredientes o, dicho de otra manera, no entendí muy bien las cantidades. Y lo pagué, claro.

Salí el sábado 9 de agosto en la distancia trail de la UT de Val d'Aran. "Sólo" 47 kilómetros y 2790 metros de desnivel positivo. Quizá no es mucho, pero estaba repartido de tal manera que hacían falta piernas, brazos y una cuerda para superar algún que otro punto. Y yo no tenía ni idea de eso, claro.

Empecé con el grupo de cabeza, porque creía que era adecuado para mí. Y durante la primera hora de carrera, mientras subíamos poco a poco, no tenía ningún tipo de problema. Pero después de un par de cuestas de esas de andar y de llevar ya algo más de dos horas de competición, mis fuerzas empezaron a decaer. 

Los avituallamientos estaban bien puestos y surtidos, pero yo creía que los encontraría antes (tengo que añadir aquí que pedí a la organización que se acordaran de los celíacos y se portaron de maravilla con comida especial para mí). En los avituallamientos paré un rato, recuperé fuerzas y nutrientes y me lancé de nuevo a la carrera.

Entrando en meta con Joana, después de 6h22' de carrera (Foto: M. Rotich)

No saber lo que a uno le espera suele ser sinónimo de frustración. Yo sabía que subiríamos y bajaríamos montañas, pero no que fueran tan duras. El Montardo, que al final no coronamos por muy poco debido a las inclemencias del tiempo, se hizo muy largo tanto de subida como de bajada. Y cuando uno descubre en el GPS que después de tantos minutos el contador de kilómetros casi ni se ha movido, empieza la batalla psicológica.

Pararse no estaba en los planes porque mi idea era disfrutar de la carrera, del paisaje y de todo lo que pudiera. Y la verdad es que disfruté mucho, pero con una hora menos de sufrimiento lo habría pasado mejor, claro. 

Compartiendo experiencias con Pablo Villalobos, segundo (Foto: M. Rotich)

La carrera termina con unos diez o doce kilómetros de pista y asfalto hasta llegar de nuevo a Salardú y, aunque en esas condiciones sí suelo correr rápido, aquí ya no me quedaban fuerzas. Mantuve un trote cansino hasta la meta, que celebré con mi sobrina porque ya era hora de acabar y celebrar con la familia un gran fin de semana en la Val d'Aran.

Después, con el esfuerzo ya lejano, es verdad que me entraron ganas de repetir la experiencia para el próximo año. Pero espero llegar más en forma para no sufrir durante tanto tiempo. La montaña no es mi entorno predilecto pero puedo defenderme bien y, sobre todo, disfrutar mucho. 

miércoles, 6 de agosto de 2014

Objetivos veraniegos

Cuesta entrenar en verano, pero las vacaciones atléticas no se pueden eternizar. Y esta es la razón por la que conviene buscar objetivos veraniegos, alejados de los cronómetros y del estrés, pero exigentes para que la motivación en los entrenamientos no decaiga. He aquí mi lista de objetivos veraniegos:

  • El pollo de San Lorenzo de Huesca: esta carrera ya es un clásico en mi calendario (en los últimos años sólo me la perdí en 2012 porque estaba muy lejos a punto de casarme). 45 vueltas a un circuito urbano de unos 200 metros, con primas constantes que implican cambios de ritmo, frenazos, aceleraciones y mucha diversión.
  • La Ultratrail de Vall d'Aran: carrera co-organizada por Compressport en un entorno único e idílico que no me quiero perder. Llego sin estar en forma ni para subir, ni para bajar ni para defenderme en 47 kilómetros, pero me esforzaré al máximo para disfrutarla y disputarla.
  • La Jungfrau Marathon: esto ya son palabras mayores, una maratón que empieza en Interlaken y termina a 2100 metros de altitud. Puro paisaje suizo y un cartel de lujo entro los participantes (el año pasado Viktor Rothlin acabó tercero).
  • Lidingöloppet: un cross de 30 kilómetros en los verdes ondulados de las afueras de Estocolmo. El cross más largo del mundo y la carrera de estas características más numerosa de la historia. Este año celebra la edición número 50 y no me la voy a perder.

Con estas cuatro carreras ya tengo motivación suficiente para aguantar los calores de agosto y septiembre. El plan es coger la forma poco a poco y llegar al mes de octubre con mucho rodaje en las piernas y varias sesiones de fuerza. Porque quien quiere ver nuevos resultados tiene que probar cosas diferentes y ahí voy yo. Esta temporada hay varias novedades a la vista, pero de eso ya os hablaré otro día.