lunes, 15 de septiembre de 2014

Jungfrau Marathon

Una maratón de subida. Dicen que es la maratón más bonita del mundo; quizá se olvidaron añadir que también es la más dura. Yo os lo puedo afirmar: es la más bonita que he corrido y también la más dura.

Empieza en Interlaken, Suiza, a poco más de 500 metros sobre el nivel del mar. Durante los primeros 25 kilómetros es desnivel es escaso y casi todo el tramo es de asfalto. Se puede correr mucho o reservar un poco para lo que viene, aunque cualquiera que sea tu táctica seguro que al llegar a las rampas piensas que podrías haberlo hecho diferente. Yo, en mi caso, salí con el grupo de cabeza que este año no quiso correr rápido y, aun así, lo pagué al final. Conclusión: no puedes ir a la Jungfrau Marathon sin estar en forma, muy en forma.

Mapa interactivo de la Jungfrau Marathon (Organización)

A partir del kilómetros 25 vienen unos tres de increíble pendiente, zigzagueando a lado y lado hasta la población de Wengen que siempre está llena de público y permite un ligero respiro. Las montañas y las vistas son ya impresionantes, pero no te creas que lo duro ya se ha acabado. 

A partir del 30 la pendiente no es exagerada, pero ya se corre cerca de los 1500 metros y a menudo por tramos algo salpicados de piedra. Y siempre hacia arriba, sin descanso. De hecho, desde que empieza la cuesta las marcas kilométricas no son cada mil metros sino cada 250, para que no tardes tanto en verlas.

Y sigues subiendo hasta el punto más, colocado en el kilómetro 40,5 que año tras año está amenizado por el gaitero del Jungfrau. Al parecer, es un personaje característico de la carrera pero no he conseguido averiguar demasiado sobre esta historia. Lo que sí es verdad es que emociona escuchar una gaita a dos mil metros de altura, rodeado de montañas nevadas y con las pulsaciones disparadas por el esfuerzo. 

Sin fuerzas para correr, km. 38 (Foto: Rolf)

A parte del gaitero, también hay trompetistas (o como se llamen) que soplan por unas trompas de unos dos metros de largo, hechas de madera y que suenan de maravilla. Te los encuentras en varios puntos del recorrido, pero cuanto más alto más sorprende.

Y después de superar el punto más alto del recorrido, sólo falta un kilómetro y pico hasta la meta. Es una ligera bajada que acaba por destrozar los muslos pero que no importa, porque ya estás llegando. Pasas al lado de un lago de agua cristalina donde algunos valientes ponen los pies en remojo y cruzas la meta roto pero contento.

Si alguna vez tienes ocasión de participar en esta carrera, no la dejes pasar. Nunca habrás corrido nada igual y te gustará, aunque tienes que llegar preparado.

Más información, fotos y resultados, aquí

lunes, 1 de septiembre de 2014

La pizza con base de coliflor

Publiqué la foto de una pizza en twitter hace una semana y varios seguidores me pidieron que explicara la receta. Por desgracia, un tuit es demasiado corto para exponer los ingredientes y el método, así que he decidido explicar en el blog cómo y por qué preparé esta pizza.

La pizza es un alimento universal que casi todo el mundo sabe preparar; no tiene mucho misterio a no ser que hagas algún cambio sustancial como el de utilizar coliflor en lugar de harina. Pero para que no os penséis que yo he sido el inventor de este cambio, dejadme empezar diciendo que yo también he copiado la receta de internet. Normalmente, mis inventos culinarios no suelen ser tan exitosos.

Pero vayamos por partes. ¿Por qué preparar una masa de pizza con coliflor si se puede hacer con harina? La primera respuesta es muy sencilla: soy celíaco y hay que tener mucho cuidado con las harinas. Hay que saber cuál escoger para que no esté contaminada y, luego, saberla utilizar muy bien para que coja consistencia. Pero existe una segunda razón más en la elección: desde hace un par de meses estoy reduciendo el aporte de hidratos de carbono de mi dieta y eso implica eliminar el azúcar y buscar sustitutos a las harinas

Pizza con base de coliflor (Foto: M. Roig)

Esta dieta, llamada Atkins o LCHF (Low Carbohidrate High Fat) me resulta muy interesante desde el punto de vista nutricional y energético. Ya sabéis que la nutrición es mi vocación frustrada así que todo lo que tenga que ver con el tema me resulta interesante. Y porque si uno quiere obtener resultados diferentes tiene que empezar por seguir métodos diferentes, esta modificación en la dieta busca recuperar mi nivel atlético que sigue sin encontrar el norte. El tiempo dirá si ha sido un buen cambio o no. Pero basta de rollo y a la receta.

La cantidad de coliflor dependerá del tamaño de la pizza. En general, nosotros utilizamos una coliflor grande para hacer una pizza mediana que luego compartimos.

Hay que rallar la coliflor hasta dejarla como granitos de arroz o más pequeño. Luego, poner en el microondas durante unos 5 minutos para cocinarla un poco y dejar enfriar. Cuando haya perdido algo de temperatura, escurrir tanto como sea posible con la ayuda de una malla o trapo (este es uno de los pasos más importantes). Después añadir un huevo, algo de queso rallado, sal y demás condimentos que quieras para dar sabor y amasar.

Cuando la masa adquiere una consistencia uniforme, aplanar en forma de pizza y meter al horno hasta que se tueste un poco (yo suelo poner 200ºC y con ventilador). Sacarla del horno, decorarla al gusto (jamón, bacon, champiñones, queso, etc) y de nuevo al horno hasta que esté hecha.

Es posible que la masa quede menos elástica y menos crujiente que la de la pizza habitual, pero te sorprenderá descubrir el nuevo sabor que adquiere la pizza y lo sana que es gracias a los escasos hidratos de carbono que lleva. ¿Te atreves a prepararla?