Kapsoya es un núcleo urbano pegado a la ciudad de Eldoret, a
diez minutos en matatu del centro de la ciudad. Ahora están arreglando la
carretera, pero la casa de mis suegros está al final del pueblo y a esa zona no
llegan todavía las mejoras.
La vida aquí es de esas vidas sencillas, pero bonitas.
Amanece a las seis de la mañana y la hierba está húmeda; a esas horas hace frío
pero si el día es soleado se sobrepasan los treinta grados. Al lado de la casa,
dentro de la parcela, está el huerto y la zona de las vacas. Por la noche, si
no hay nubes, el cielo tiene más estrellas que personas en el mundo. Es
sobrecogedor.
Lo más habitual es que salga a entrenar a primera hora de la
mañana con mi cuñado y su grupo de entrenamiento. Los grupos aquí se forman por
vecindarios. No hace falta ir muy lejos para encontrar uno (el nuestro se reúne
a sólo un kilómetro de nuestra casa). No hay entrenador porque eso cuesta
dinero y resta flexibilidad. Es más fácil quedar un grupo de amigos y decidir
qué toca hacer hoy, con un patrón más o menos fijo que se repite cada semana.
Conozco a mis compañeros poco a poco. Es difícil quedarse
con los nombres y con las marcas de cada uno, pero siempre hay alguno que
destaca. Entre mis compañeros de entrenamiento tengo a Longosiwa (medalla de bronce en el 5000 de los JJ.OO. de Londres). Es problema es que ahora está completamente fuera de
temporada y no viene mucho; además, cuando viene es fácil ganarle. Pero me dice
mi cuñado que cuando está poniéndose en forma no hay manera de seguirle.
Normal.
Vista de Kapsoya desde lo alto de un montículo (Foto: M. Roig) |
A primera hora de la mañana hacemos los rodajes, que pueden
ser fuertes (como los “lunes a fuego”) o recuperadores. Los entrenamientos de
calidad como los fartlek o la pista (si es que vamos, que todavía no la he
pisado este diciembre), los empezamos a las 9:30. El resto del día es para
descansar, estar con la familia, trabajar (¡¡¡la de escritos y proyectos que
tengo en marcha ahora mismo!!!) o hacer recados por Eldoret. Luego, por la
tarde y si las piernas lo necesitan, salimos otra vez a trotar 30 o 40 minutos.
Estos doblajes sirven para encontrarse mejor al día siguiente y suelen
funcionar muy bien.
Cuando anochece, a las siete de la tarde, ya es tiempo de
relax. Cenamos más o menos a las ocho y una hora más tarde o así me voy a la
cama. Así transcurren mis días en Kapsoya, un núcleo urbano pegado a Eldoret
que destaca por sus carreteras de barro y baches pero que cumple a la perfección
las necesidades de un atleta de fondo.
4 comentarios:
Puro lujo...felices fiestas Marc¡¡¡.
Un abrazo.
Molt interessant, Marc. Senzill, però efectiu. Vida familiar i esport, tranquil·litat. No té pas mala pinta, no.
Gracias, Maratonman, felices fiestas también para ti.
Raúl, té molt bona pinta, t'ho puc assegurar!!!
Running en estado puro!!!!
me has emocionado, eres un gran corredor, pero aún mejor narrador...
un abrazo,feliz navidad
saludos (te tengo noticias preparadas para cuando vuelvas)
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