Una vez finalizada la maratón de Estocolmo y con el regusto amargo de un mal resultado, las ganas para entrenar no había dónde encontrarlas. Y porque el mes de junio es un mes muy dado a los controles de pista (en especial los miércoles en Serrahima, pero hay más), las últimas semanas me he dedicado a no entrenar más que dos o tres veces -en total, no "a la semana"- y a competir media docena de carreras. Es tiempo de pista.
El atletismo de verdad, el del cronómetro en mano, es quizá más desagradecido que el maratoniano pero tiene sus puntos a favor. La mayoría de competiciones son gratis -o casi- si estás federado (aunque no esperes ninguna bolsa del corredor) y, salvo que te lesiones, puedes competir y competir y competir sin el temido riesgo de sobreentrenamiento. Es más, cuanto más compites más en forma te pones.
Pero digo que es desagradecido porque está regulado hasta las centésimas y el puesto, el mayor consuelo en las carreras de asfalto, no importa para casi nada. Lo que cuenta es seguir superándose y si el listón está alto, como es mi caso, las posibilidades de fracasar son demasiadas.
Llevo tres años sin mejorar ninguna de mis marcas personales. La última fue en 2011, en la maratón de Barcelona (2h18'08") pero tengo que bucear hasta 2010 para ver una marca en pista: los 14'09"28 del 5000 de Mataró. Y voy camino de un año más. Pero me lo estoy pasando en grande, que al fin y al cabo es de lo que se trata en este deporte y en esta vida. Porque lo de ganar dinero lo dejo para otros; a mí me gusta más gastar poco, que por algo soy catalán.
El caso es que desde el 31 de mayo que me hundí en el asfalto sueco, mis zapatillas de clavos se han convertido en mi apósito favorito. Después de una transición en forma de 10 kilómetros en Martorell a favor de la Salud Mental (y con un jamón como premio), las zapatillas de clavos me han acompañado en dos cincomiles, un tresmil, un milqui y un mil. Y no estoy hablando de series, que en Canet nuestra pista es de arcilla y nunca nos ponemos clavos.
Tirando en el 5000 del día 11 de junio (Foto: J. Sebastià) |
Estas competiciones me mantienen en forma y más o menos competitivo. Estoy lejos de mi nivel de antaño y me pregunto si alguna vez lo recuperaré. Las marcas que antes me parecían fáciles ahora me resultan imposibles y cada día que pasa me pregunto más cómo viviré el atletismo a partir de ahora. Le he dedicado muchas horas y he recibido varias calabazas así que la conclusión es, ahora mismo, que me lo tomaré un poco más a la ligera. Y volveré a empezar por los cimientos.
Por ahora, nada de pensar en maratones ni en marcas personales. Seguiré con las carreras que más me gustan (la Behobia, en su 50ª edición, es la gran estrella de los meses por venir) y volveré al cross como si fuera de nuevo un cadete o un júnior. Intentaré viajar para ver mundo y participar en las carreras más inverosímiles a las que tenga alcance. Y me esforzaré en cada competición como no lo he hecho antes para conseguir el mejor tiempo posible (porque quizá ahora no lo valore, pero dentro de unos años eso que me parecía fácil resultará imposible).
PD: Para los amantes de la estadística, mis resultados de estas semanas han sido los siguientes:
- 11 de junio: 5000ml (Serrahima, Barcelona) 14'49"03
- 18 de junio: 1500ml (Serrahima, Barcelona) 4'01"14
- 21 de junio: 3000ml (Bilbao) 8'27"51
- 25 de junio: 5000ml (Serrahima, Barcelona) 14'57"09
- 27 de junio: 1000ml (Granollers) 2'35"4
1 comentario:
¡Ánimo, pues!
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