lunes, 1 de septiembre de 2008

Villancicos en verano

Érase un villancico que sonó el 1 de septiembre. Lo escribió mi abuelo y le puso la música mi tío, hace no muchos años.

A mi abuelo le encantaba escribir versos; todos los nietos tenemos uno en el recordatorio de la primera comunión y sus hijos, además del de la primera comunión, tienen el de sus respectivas bodas. Todo lo decía con versos, mi abuelo, incluso cuando se declaró a mi abuela, hace muchos más años.

Fue un hombre adelantado a su tiempo: se fue a esquiar antes de la guerra y durante el trayecto en tren, que era muy largo, aprendió "la nouvelle technique du ski" gracias al libro homónimo editado en 1932 y que tenía por subtítulo "Methode d'enseignement collectif et d'apprentissage individuel", con 51 figures y 128 photographies. Hablaba perfectamente el francés y sabía negociar el precio de las patatas en inglés, aunque no consiguió el visto bueno de su padre para aceptar un empleo de aprendiz en el mercado de la verdura de Londres, hace ya muchos años.

Y construyó un supermercado, que anunciaba las butifarras que él mismo elaboraba a través de poesías. Y sacaba tiempo para ir a cuidar el huerto, aunque cada vez le faltaban más las fuerzas. Pero seguía vendiendo higos, aunque el supermercado llevara años cerrado porque ningún hijo lo quiso heredar; seguía sentándose en el portal de su casa, escogiendo los higos con el tacto más que con la vista y ofreciendo las docenas (de 15 unidades) a 2€.

Y cada Navidad, el 25 de diciembre, celebrábamos su cumpleaños; y, desde hacía pocos, cantábamos su villancico al término de la Misa del Gallo. Pero nunca lo escuché el 1 de septiembre.

Esta vez fue especial: sólo la música; la letra iba por dentro de cada uno de los que nos la sabíamos "desembre gelat/ que dónes comiat/ a l'any que s'esfuma/..." Y terminó. Y salimos de la iglesia, tras el féretro hasta lo alto de la colina y lo dejamos descansar encima del otro, el de mi abuela, enterrado 4 años antes.

Pero seguiremos cantándolo la próxima Navidad, porque los villancicos no son para el verano. Y porque en Primera fila tendremos a dos oyentes que lo estarán esperando, este año y todos los demás.


8 comentarios:

Furacán dijo...

Por lo que cuentas ha sido una persona de las que dejan huella. Ojalá os siga inspirando día a día.

Un abrazo a ti y a toda tu familia.

del porvenir dijo...

En un texto tan breve has consiguido reflejar todo el cariño del mundo.
Un fuerte abrazo Marc.

Joan Castellà dijo...

El meu pare te un bon record del teu avi , havien treballat junts, anava a la vinya a fer un cop de mà.

Marc Roig Tió dijo...

Es muy grande la huella que ha dejado en nosotros, Furacán. Y no se va a borrar.

Gracias, Porvenir.

Joan, la vinya era la gran passió del meu avi. Des que va deixar d'anar-hi es va anar apagant mica a mica.

Ander Izagirre dijo...

Como le dije a tu hermana, aquí los higos aún andaban verdes a primeros de septiembre. Le dije que con el primero que coma me acordaré mucho de vosotros y de vuestro abuelo. Un abrazo, Marc.

Marc Roig Tió dijo...

Gracias Ánder. Aquí ya se nos están acabando las ideas con los higos. Parecemos la familia de Buba con las gambas, jeje: higos frescos, mermelada de higos, milhojas rellenas de higos enteros, tarta de higos... Tendré que hacer una entrada sobre los higos y todo lo que se puede preparar con ellos.

nurimoon dijo...

Siempre es hermoso conocer hombres que han dejado un ejemplo de vida.
Mi abuelo era de Manresa y me hubiera encantado conocerlo. Murio cuándo mi padre tenia 6. Así que se puede decir que ni el lo conocio mucho tiempo. No nos pudo enseñar a hablar en catalán pero me encanta leer cuándo lo escribes.

Un abrazo.

Marc Roig Tió dijo...

Hola Nurimoon. No sabía que tuvieras ascendencia catalana; qué gracia. La próxima vez que publique algo en catalán recordaré que te encanta leerlo, jeje.

Una abraçada!