jueves, 25 de febrero de 2010

Zapatillas de maratón


El primer modelo que calcé para una maratón fue el Mizuno Wave Revolver; era el maratón de Amsterdam de 2007 y yo era muy feliz estando de Erasmus en Holanda, con mis 23 años. Fue un tanteo a la distancia y acabé en 2h27'. Me faltó entrenamiento, por supuesto, pero también un poco más de suela. Las Mizuno Wafe Revolver son un modelo muy bueno para 10 kilómetros y media maratón, pero demasiado ligeras para la maratón entera.


Unos meses más tarde, porque la experiencia no fue mala, corrí la maratón de Valencia. En esta ocasión calcé las ASICS DS Racer y, de nuevo sin exigirle el 100% al cuerpo, terminé con 2h25'. La experiencia fue mucho más positiva y, especialmente, noté que la amoriguación de las zapatillas era adecuado incluso a partir del 35. Los lectores antiguos recordarán que éstas eran las zapatillas naranjas: aquí la explicación de cuando las estrené.


Sólo unas semanas más tarde hice de liebre a Alessandra en Rotterdam y de nuevo utilicé las ASICS DS Racer. A un ritmo más cómodo (2h29') las zapatillas respondieron perfectamente. Y si no recuerdo mal, su última carrera fue la media maratón de Göteborg de 2008, donde tenía mi marca personal hasta hace apenas 10 días. Después se las regalé a mi hermano y acabarían en algún rincón de Jerusalén.


Ahora es el momento de correr otra maratón, pero mucho más importante. Ahora no busco tantear la distancia, rodar durante 42 kilómetros... No; ahora busco exprimir mi cuerpo al máximo y arañar todos los segundos posibles al cronómetro. Durante semanas pensé que utilizaría las ASICS HyperSpeed (me resultaron bien en la Behobia y la media maratón de Barcelona, así como en casi todas las pruebas del interraíl y los 30kms de Ohrid), pero no me atrevo. Las veo demasiado ligeras, demasiado poca cosa para garantizarme una buena maratón. Regresaré a las ASICS DS Racer.


Con sólo unos gramos más que la HyperSpeed, la DS Racer es de las únicas zapatillas ligeras que añade una media suela y amortiguación gel en el antepié. Considero que los gramos de más (no creo que sean más de 30) compensan el aumento en la estabilidad y en la comodidad que puedo necesitar al acercarme a las dos horas de carrera. Mis músculos sufrirán mucho y mi zancada se puede volver poco a poco menos efectiva; si las zapatillas pueden retrasar y disminuir este efecto... el resultado lo reflejará.


PD: Esta noche, para los que vivís cerca de Sant Pol, a las 21 horas me entrevistan en Canal Català del Maresme, dial 16 de la TDT.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Cuestión de altura

Dicen los que conocen el tema, que bajar de las alturas no es tan fácil como parece. Si exsite una aclimatación al subir, también existe un proceso similar al bajar y lo estoy comprobando. Se sabe que después de pasar unas semanas viviendo y entrenando en altitud, el número de glóbulos rojos presentes en la sangre ha aumentado. Esto significa que la sangre es capaz de transportar más oxígeno hasta los músculos y, por lo tanto, el rendimiento físico es mejor. Pero hay "jet lag".


La producción de glóbulos rojos se estimula por el déficit de oxígeno en altitud, pero al volver al nivel del mar ese déficit ya no está presente y al cuerpo le "sobran" glóbulos rojos. Los primeros dos o tres días no pasa nada; parece que el cuerpo no se da cuenta todavía o que no quiere precipitarse y, por lo tanto, el rendimiento es casi óptimo: condiciones de nivel del mar con prestaciones corporales de altitud. Ahí quedó la media maratón de Barcelona: menos de 48 horas después de aterrizar desde Kenia y el resultado demostró que fue una buena elección.


Pero a partir de ese día todo cambió. Sumado al desgaste de la media maratón -con marca personal, claro- el cuerpo descubrió que ya no estaba a más de 2000 metros y se adaptó. No es una sensación agradable descubrir que los rodajes a cuatro minutos el kilómetro son más difíciles en casa que en Eldoret, que las series de 2000 salen casi al mismo ritmo que hace unas semanas mientras entrenaba con poco oxígeno, etc. Por suerte, al cabo de una semana, las sensaciones vuelven a ser buenas, el cuerpo responde a los entrenamientos más exigentes y de nuevo se puede volver a competir.


He aquí la síntesis de la situación: después de pasar unas semanas en altitud, las competiciones tienen que situarse en los dos o tres días después de bajar o a partir del día diez; de no hacerlo así, uno se arriesga a competir con "jet lag" en el cuerpo y desaprovechar los beneficios del entrenamiento en altitud. La media maratón ha salido bien; ahora falta rematar con la maratón y confirmar que la planificación ha sido un éxito.

lunes, 22 de febrero de 2010

La cara y la cruz de Eldoret


Lo que más sorprende de pasar un año fuera de Eldoret y volver no es que se acuerden de ti los voluntarios de Ex-street children; lo más sorprendente es que se acuerden de ti los niños de la calle. Yo también me acordaba de algunos de ellos; fue grato saber que muchos -a los que cogí más cariño- habían regresado a sus casas y a sus respectivos colegios. Ojalá hubiera tenido tiempo para visitar Lodwar, donde està Kevin Lorio, o ver de nuevo a David Bob, esta vez luciendo un uniforme de colegio en lugar de harapos. Pero otros seguían en la calle, y se acordaban de mí.


Ellos son la cruz, los que conocen la asociación Ex-street children y su trabajo, pero no son capaces de dar el paso para recibir ayuda. La vida en la calle es ingrata pero nadie te pide nada a cambio; nadie te exige ninguna responsabilidad: sólo tienes que sobrevivir y tú decides cómo. Quizá porqué el año pasado me invitó a tomar una taza de té en una casucha en la que nunca me habría atrevido a entrar, este año me acordaba especialmente de Ana. El año pasado podíamos hablar más o menos en inglés, pero este año ya no sabe hablarlo: ¡lo ha olvidado! Pero recuerda mi nombre y que yo le había prometido un regalo -una bicicleta, me había pedido- la próxima vez que viniera.


Le regalo una camiseta de color azul celeste -la de los 10km de Strömstad- que destaca sobre su piel negra y, especialmente, sobre la suciedad de sus ropas habituales. La luce orgullosa, también al día siguiente y todos los demás días que la veo. Y sonríe siempre que me ve, pero no consigo entender por qué escoge quedarse en la calle. Otras chicas como ella -casi todas están enfermas, casi todas tienen por lo menos un bebé...- han ido a Ex-street children. Ellas son la cara de esta realidad (como las chicas de la foto): con problemas pero con la voluntad de seguir adelante, de ayudarse mutuamente y de agradecer una pequeña ayuda como el alquiler de una casita de barro o el dinero necesario para comprar comida para ellas y para sus criaturas. A cambio, sólo tienen que abandonar la vida en la calle, el consumo de pegamento u otras drogas y unirse a los "peer groups" que Ex-street children monta para este colectivo: aprender canciones, primeros auxilios, perruquería, mecánica o lo que les apetezca con la voluntad de poder ser autosuficientes en un plazo no muy largo.


Queda mucho por hacer y ojalá poco a poco se consigan resultados mejores, pero llega un momento en el que uno descubre que el dinero no es el único problema: hace falta comprender qué pasa, por qué los niños y las niñas abandonan sus casas y deciden vivir en la calle.

jueves, 18 de febrero de 2010

¿Qué estarán haciendo los niños?

No sé si los niños -los bebés, especialmente- me estarán echando de menos; la mayoría de ellos lloraba cuando me los acercaban. Para que os hagáis una idea de lo que ocurre al coger un bebé negrito, sólo tenéis que recordar qué sucede cuando en España los más peques van a ver al Rey Baltasar: lloran.



Era divertido ver como sus madres preparaban una coreografía y los niños gateaban alrededor, llevándose de vez en cuando alguna coz. Para salvarles, los cogía en brazos y me los sentaba en el regazo; a menudo estaban quietos un rato pero después ya se contorsionaban para escaparse de mí y volver gateando con su madre.


Me pregunto qué estarán haciendo esos bebés, ahora que no está el mzungu ahí para asustarlos. Os dejo un vídeo donde podéis ver el tipo de coreografías que hacían las madres con los "no tan niños".

lunes, 15 de febrero de 2010

Nimechoka (sana)

Ayer volví a soltar sendos "twende" a Alex Kirui y a David Kilel, pero no tenían un buen día; llevan muchísimas competiciones y seguro que lo están pagando. Yo, en cambio, reconozco que me encontré muy cómodo durante toda la carrera y en el sprint con el portugués marqué 2'55" en el último kilómetro. Fue el único momento en el que mi pulso pasó de 170 latidos por minuto (la media se quedó a 162; ¡qué fuerte!).

Pero cruzada la línea de meta descubrí que sí estaba cansado: cansado y destrozado. Sobre el kilómetro 17 o 18 empecé a notar una llaga en el pie derecho; y pasados unos minutos los gemelos estaban como piedras. Me senté con los kenianos en la zona reservada para los atletas y les expuse mi estado: nimechoka, nimechoka sana.

Nimechoka es una palabra swahili (o dos, no sé si se escribe nime choka) que significa "Estoy cansado"; y si le añades el "sana" es que estás muuuy cansado. Es algo fácil de aprender mientras entrenas en Kenia.

Pero no hay mucho tiempo para la tregua. Dentro de tres semanas tengo la maratón de Barcelona y el resultado de la media me ha vuelto muy optimista. Ayer también se disputó la maratón de Sevilla y tres atletas españoles (Pablo Villalobos, Javier Díaz Carretero y José Carlos Hernández) hicieron marcas de 2h13' y 2h14' que son mínima para el campeonato de Europa. Además, Jaime Leiva -compañero mío durante años en las carreras por Catalunya- quedó 11º con 2h16'27". ¿Qué marca puedo hacer yo? Queda poco para saberlo.

Y mientras esperamos, pues podemos ver el videoclip de la canción "Nimechoka": estoy cansado de esperarte (aunque deseo que no tengáis que cantarla el próximo 7 de marzo, mientras esperáis a que llegue para cruzar la línea de meta).

PD: Este tipo de videoclips son los que ponen a todo volumen en las pantallas planas del interior de los matatus, convirtiéndolos en discotecas con ruedas en los que es imposible hablar.

domingo, 14 de febrero de 2010

Lo acaba de publicar ABC.es

Esta edición se ha caracterizado por el intenso frío reinante durante todo el recorrido -la salida, a las 9 de la mañana, se ha dado con apenas 1ºC- y con una fina precipitación en forma de copos de nieve- lo que ha sido determinante en las marcas conseguidas, lejos de los récords de la prueba en poder de los kenianos Jacob Yator (1h.01:10 en 2007) y Joan Jepkorir Ayabei (1h.11:02 en 2008) La salida fue muy rápida y los kenianos Alex Kiriu y Erik Kibet, de 22 años y segundo la semana pasada en el Medio Maratón de Granollers, ya abrieron brecha en cabeza en los primeros kilómetros.

En el paso por el ecuador del recorrido, Kibet marcaba un tiempo de 29:40 y superaba en 40 segundos a Kiriu, que mantenía una fuerte pugna con el barcelonés Marc Roig, tercero a sólo 15 segundos del keniano.

Un tercer keniano, David Kilel, encabezaba un grupo de tres corredores, a un minuto del líder, donde estaban el portugués Bruno Jesús y el marroquí afincado en Barcelona, Driss Lakhouaja.

Kibet, que acredita una mejor marca personal de 1h.01:10, mantuvo su ventaja durante el resto del recorrido para entrar vencedor con un discreto registro de 1h.03:10, superando en casi dos minutos al corredor de Sant Pol de Mar, Marc Roig, primer español y que marcó un tiempo de 1h.04:57, su mejor marca personal en la distancia.

Roig, de 25 años, ex campeón de España Sub23 de los 10.000 metros y que esta preparando el Maratón de Barcelona del próximo 7 de marzo, realizó una gran carrera y a cuatro kilómetros para el final lanzó un fuerte ataque sobre Kiriu, ganador el pasado año de la prueba. A partir de ahí mantuvo un gran duelo con el portugués Bruno Jesús al que superó en un gran sprint final en dos segundos.

Kirui,que partía como favorito, entró en la décimo segunda posición con un tiempo de 1h.06:47, tres segundos por detrás del veterano andorrano Toni Bernardó y un sólo segundo por delante de Driss Lakhouaja (1h.06:48).

Destacar el brillante papel del club inglés Running Crazy colocando cinco de sus corredores entre los diez primeros.

Como era de esperar la lucha en categoría femenina estuvo centrada en la joven keniana de 21 años Joyce Chepkiriu, vencedora la pasada semana en el Medio Maratón de Granollers, y su compatriota Mónica Jepkoech. Desde la salida Chepkirui ya marcó un fuerte ritmo que le daba un crono de 33:47 y casi 30 segundos de ventaja sobre Jepkoech en el paso por el ecuador del recorrido.

A dos minutos pasaba la británica Sarah Gee y la marroquí afincada en Sabadell, Hasna Bahom, era séptima con 37:54.

Chepkiriu fue ganando tiempo a su compatriota para finalizar con un registro de 1h.12.33, casi tres minutos por delante de Jepkoech (1h.15:17). La tercera plaza fue para la portuguesa Filomena Costa, con un tiempo de 1h.15:52. Bahom mantuvo la séptima posición final con un crono muy discreto de 1h.21:42.

El momento más emotivo del día se ha producido antes de la salida, cuando se ha guardado un minuto de silencio por la libertad de los tres cooperantes catalanes secuestrados en Mauritania.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Esto es Kenia

En sólo dos días (si no hay retrasos, claro) volveré a España. La última semana está dando mucho de sí y para seguir más o menos un orden, empezaré por la media maratón de Eldoret.


El domingo se celebró la media maratón de Eldoret, sólo una semana después del cross Discovery Kenya, así el doctor Rosa puede hacer mucho trabajo en dos semanas consecutivas y volver a Italia con los detalles de varios atletas en la agenda. Japhet Korir quedó el 18º con una marca de 1h03'32", que no está nada mal a 2000m de altura; no sé qué en qué puesto entró Dan (no tuve valor para contar tanto, claro) pero terminó en 1h11', que también está bastante bien. Después lo celebramos con arroz y lentejas y cada uno a su casa.



El lunes transcurrió sin sorpresas. Mi entrenador me dijo que esta semana me la tomara suave y como estaba muy cansado del fin de semana, sólo corrí un poco por la mañana. Mi idea era hacer unos 300 en Iten el martes pero... ESTO ES KENIA.


El martes por la mañana me llamaron de la Universidad Moi. Para el jueves teníamos un seminario sobre "el atletismo y su entorno" y me habían pedido si podía hacer una charla a los atletas sobre fisioterapia. Me pareció una idea estupenda y empecé a prepararme una presentación de PowerPoint para ese día (el jueves, acordaros). Total, que me llaman el martes cuando estaba a punto de irme a Iten para preguntarme si iría a la facultad, que el seminario se había cambiado de día y era hoy (martes).


Apurado, pensando que ya me tocaba hablar (eran poco más de las 8 de la mañana), cogí el portátil y me fui a la universidad. No sólo tuve tiempo de terminar mi presentación sino también de aburrirme un poco. El seminario empezó a las 10:30 y yo tenía que hablar después de comer.


Como la comida se retrasó y yo ya estaba un poco harto del cuento, les dije que podía hablar entonces y así me lo quitaba de encima. Accedieron, hablé (no se quejaron demasiado de mi inglés, aunque luego alguien me comentó que había palabros en mi PowerPoint) y empezó el turno de preguntas. Ahí pedimos tregua: todos los atletas tenían por lo menos una pregunta. ¿Oye, qué es este dolor que tengo aquí y que no me deja correr demasiado? La conferencia terminó y muchos atletas vinieron a hacerme sus respectivas preguntas. Salí del paso como pude y quedaron contentísimos. Ciertamente fue una experiencia muy entretenida y tengo que decir que si me dejan, me paso de los 30 minutos que tenía que hablar.


Pero me quedé sin entrenar ese día. Por la tarde hice algunas compras para los de casa y luego tenía una reunión para decidir dónde irá destinado el donativo que me habéis hecho llegar. Son unos 200€ y servirá para comprar material de primeros auxilios. Es un proyecto que está a punto de empezar e implica la escuela de enfermería de la Universidad Moi de Eldoret. Un día a la semana formarán a los "no tan niños" de Ex-street children en primeros auxilios y cuando tengan el conocimiento suficiente, formarán equipos de primeros auxilios para visitar los slumps de los alrededores de Eldoret.


Mañana tocará rodar un poco por la mañana y, después de hacer las maletas, viajar hasta Nairobi en matatu (es temporada baja y, en lugar de 750KSh, el viaje cuesta sólo 500). En Nairobi me encontraré con amigos españoles que hasta el día de hoy sólo conozco por e-mail, por teléfono y por su blog. Juntos cenaremos en la capital y antes de acostarme habrá llegado la hora de ir al aeropuerto. Mi vuelo es tan majo que despega a las 4:30am.

domingo, 7 de febrero de 2010

Más Kapkoi

Hoy se celebra en Eldoret una media maratón. El plan inicial para el fin de semana era que Dan y yo durmiéramos en Iten el viernes y así el sábado de madrugada nos uniéramos a un grupo de varios atletas para hacer un rodaje progresivo de unos 35 kilómetros. Pero hemos cambiado; Dan quiere participar en la media maratón y a mí me da pereza ir sólo a Iten con un grupo que no conozco de nada. Kapkoi será la solución.

Al salir de la oficina de Ex-street children el viernes por la tarde, sabiendo que un matatu hasta Kapkoi nunca tardará menos de dos horas, me decido a ir en moto. Mientras el matatu cuesta 100KSh, negocio con el motorista que me llevará (aunque no sabe dónde está Kapkoi) el precio de 400KSh. Empieza la carrera; yo sé que el trayecto corto entre Eldoret y Kapkoi es de menos de 30 kilómetros, pero no conozco el camino. Son poco más de las seis de la tarde.

Seguimos la carretera hasta Kaptagat a la máxima velocidad que da la moto. Aprovecho para decir que las motos aquí son de calidad china y se venden en los supermercados por precios alrededor de los 700€. Al llegar a Kaptagat se termina el asfalto y empieza el camino de baches por dentro del bosque. Sobrepasamos las siete de la tarde, el cielo va oscureciendo; al fondo se ven relámpagos mientras algunas gotas caen sobre nuestras cabezas. Hace rato que no vemos gente, sólo algunas vacas de vez en cuando. Llegamos a alguna intersección y el motorista me pregunta hacia dónde debe ir; cómo si yo supiera el camino. De Kapkoi sólo conozco la casa de Japhet y la tienda donde compré saldo para el móvil mientras esperaba el matatu que me llevaba a Iten.

La oscuridad es absoluta y me acuerdo del maldito motorista que al salir de Eldoret sólo puso 100KSh de gasolina (un eurillo, poco más de un litro). Intento llamar a Dan pero su teléfono está fuera de cobertura (en casa de Japhet hay que salir para recibir llamadas). De repente encontramos alguien en el camino; no dice que Kapkoi está más adelante, pero no sabemos si hacerle mucho caso, parece borracho.

Llegamos a una tienda de carne-restaurante. El motorista me pregunta de nuevo y yo le contesto que esa tienda me suena, por decir algo. El aprovecha para preguntar en el interior si puede conseguir gasolina y un chico le dice que conoce dónde le venderán un poco, se monta en la moto y damos la vuelta. ¡POR FIN! Es tan oscuro que sólo me doy cuenta que estoy en Kapkoi cuando la moto da la vuelta y reconozco la tienda donde compré saldo. Empiezo a saltar de alegría (con cuidado, vamos tres en la moto). Ponemos gasolina de nuevo y le indico al motorista dónde queda la casa de Japhet.

El cuentakilómetros dice que hemos tardado 57 kilómetros en llegar: menudo rodeo. Siento lástima por el motorista y le pago 500KSh, aunque por otro lado pienso que me la ha jugado, porque yo escogí ir en moto para llegar antes y ya son más de la 8. Da igual, seguro que él lo ha pasado peor que yo.

Entro en casa de Japhet y se parten de risa cuando les cuento la aventura. Ya casi han terminado de preparar las pizzas y el queso que traigo de Eldoret llega en el momento justo. Disfrutamos la cena y a la cama.

El sábado por la mañana Dan me acompaña los primeros kilómetros del rodaje. Me toca tirada larga y la solución que habíamos decidido ayer era que podía ir corriendo de Kapkoi a Eldoret, así cambiaba los caminos de siempre y descubría que la mejor manera de unir Kapkoi con Eldoret es corriendo: ni motos ni matatus. El camino más corto es de 28 kilómetros y, si vas rapidito, son poco más de 1h40' (aunque tiene truco, por Kapkoi está a 2400m mientras que Eldoret a sólo 2000. Ha sido un entrenamiento para enmarcar, empezando los primeros 10 kilómetros a 38'12” como calentamiento. Los siguientes, a 33'50” (3'23”, más rápido que en el cross de Discovery) y los últimos 10, porque he seguido un poco por Eldoret para hacer por lo menos 30 kilómetros, a 34'50”. La media del entrenamiento, de 30,5kms, sale a 3'33”, con más de 20 kilómetros por debajo de 3'330”. Y hoy, a disfrutar de la media maratón de Eldoret como espectador.

viernes, 5 de febrero de 2010

The african cyclist

Hace una año, antes de venir a Kenia, descubrí esta página web y el proyecto ambicioso y soñador de un neozelandés que quería introducir los "atletas" kenianos en el mundo del ciclismo: si son capaces de ganar el 70% de los maratones que se celebran en el mundo, ¿por qué no harán lo mismo encima de una bicicleta? Aunque la idea es buenísima, los patrocinadores no han querido colaborar y la página web ha quedado detenida. No hay manera de saber cómo está el proyecto y los e-mails que mando a Nicholas Leong son rebotados desde su servidor. Su última respuesta es del 27 de enero del 2009. Pero...



Los jueves suelo entrenar en Iten (a 30kms de Eldoret) y cada vez que recorro esa distancia en matatu adelantamos un grupo de diez o doce ciclistas. Algunos, los menos, llevan bicis de carretera; los demás, bicis de paseo originarias de la India y que no tienen cambio de marchas. Siempre les he querido sacar una foto, pero se me resisten (bueno, tengo gafe). La semana pasada alguien había manoseado mi cámara y estaba en modo nocturno; cuando me quise dar cuenta, la foto era un cuadro de luz blanca. Y ayer... la tarjeta de memoria estaba en el portátil. No sé si los volveré a ver y me intriga mucho su situación; ¿qué pensáis que podría hacer un keniano en el tour de Francia? ¿Y en una clásica? ¿Y en una contrarreloj o cronoescalada? ¿Sería un buen gregario?

martes, 2 de febrero de 2010

Discovery Kenya cross country

Hace diecinueve años, el doctor Rosa se sacó de la manga una carrera en los alrededores de Eldoret. Era la manera de seleccionar qué atletas entrarían a formar parte del equipo “Discovery Kenya”. Los mejores eran invitados a vivir al campo de entrenamiento que FILA tenía en Kaptagat, recibían una esponsorización absoluta de la marca italiana y entrenaban mañana, mediodía y tarde para viajar meses más tarde a Europa o Estados Unidos y arrasar en todas las maratones. En ese proyecto inicial, Moses Tanui era la mano derecha de Rosa; eran los años 90.


Ahora, en el 2010, la carrera sigue presente en Eldoret pero está en manos de Nike y no es coto exclusivo del doctor Rosa; todos los mánagers que quieran conocer las nuevas promesas del atletismo mundial están ahí presentes. Y hay mucho que ver.


Las carreras empiezan sobre las 9 de la mañana. El Sports Club de Eldoret se llena de niños y niñas, vestidos de calle y sin zapatos, que ostentan un dorsal de color naranja sobre el pecho. Abundan los vestidos de flores en las niñas y los pantalones de vestir en los niños; cualquier ropa es buena para demostrar al mundo entero que la calidad está en la persona, no en los complementos. ¡Y cuánto nos cuesta aprenderlo!


Después de los niños, que corrían dos kilómetros, empiezan algunas categorías mayores como cadetes y juniors, aunque no queda muy clara la separación. Lo habitual en Kenya es que las carreras se anuncien por kilómetros, no por categorías. Está la de 4, la de 6, la de 8 y la de 12. Y yo corrí la de doce.


Participar en un cross en Eldoret supone la realización de un sueño. Estar en la línea de salida, a dos mil metros de altura, rodeado de los mejores corredores de cross y maratón y viendo alrededor sólo cuatro o cinco mzungus, permiten dudar un poco. Por un momento pienso que estoy en el lugar equivocado pero luego entiendo que no. Es el lugar indicado, pero hace falta tomárselo con calma. Mi carrera no va con los primeros, ni siquiera con el pelotón, aunque mi amigo Philip se encapriche en preguntarme qué premio hay para el ganador. Mi carrera consiste en disfrutar el momento, escuchar mi cuerpo y exigirle el máximo sin importarme que detrás mío apenas haya nadie. Y empezamos.
La primera vuelta (son seis vueltas de dos kilómetros) es una estampida. Si no voy el último, poco me falta; pero mantengo el tipo, alcanzo mi ritmo crucero y poco a poco adelanto a varios atletas. Lo que más rabia me da es que se retiren delante de mí o, más aún, que al verse adelantados por un mzungu aceleren de manera descontrolada durante veinte o treinta metros. Lo cierto es que me da rabia pero se convierte en un entretenimiento. A algunos atletas les adelanté cinco o seis veces.


Van pasando las vueltas, sigo adelantado atletas y, aunque paso un poco de crisis en la cuarta vuelta, me recupero y en la sexta sueño volar: adelanto por lo menos a diez atletas y ya no tienen fuerzas para esprintar cuando les adelanta el mzungu. Llego a meta en 40'54” (si son 12km, la media sale a 3'24”); el ganador, Joel Kimurer, ha tardado sólo 36'14”. Pero soy el primer mzungu; los demás se han retirado y Dan ha sido el segundo. Nuestro entrenamiento en Kapkoi ha dado sus frutos y los dos seguimos en pie para nuestros respectivos asaltos al maratón: yo en Barcelona, Dan en Lake Biwa (Japón), ambos el 7 de marzo.