martes, 30 de noviembre de 2010

Mi próxima aventura

Viajar por el mundo ofrece la posibilidad de conocer a mucha gente y correr, la posibilidad de combinar los viajes con las buenas causas.

Resulta que en uno de mis viajes a Kenia tuve la suerte de tener que ayudar a una doctora panameña a encontrar dónde dormir y entrenar por la zona de Eldoret y ahora ella me ha invitado al maratón de Panamá para correr con la camiseta de su Fundación y así dar un poco de voz a los discapacitados. Es, sin lugar a dudas, la mejor combinación entre correr, viajar y arropar una buena causa. Pero no será nada fácil.

Panamá tiene un clima hostil y cambiante; pasa del sol a la tormenta en unos minutos y, casi siempre, con la humedad y el calor como ingredientes principales. La salida se dará a las 5am (nunca he corrido tan pronto y para una maratón, ¿a qué hora debería despertarme y tomar el "desayuno"?); a esa hora la temperatura mínima puede ser de 25º y todavía no habrá salido el sol. (Consultar clima)

Tales son las condiciones que la propia doctora me anima con sus comentarios: "nunca un keniano ha terminado la maratón", "algunos atletas acaban en el hospital por golpes de calor", "a diferencia de los demás maratones, aquí los avituallamientos son cada tres kilómetros", etc. Me recomienda que empiece a hidratarme desde la semana de antes (y más o menos me estoy obligando a beber más agua y más sales minerales), pero lo más importante, pienso yo, es la prudencia.

La maratón tiene un récord de 2h20'56" (Juan Carlos Cardona, de Colombia) desde el año 2000 y los organizadores, para darle emoción, premiarán un nuevo récord con 10.000$ extras (el primer puesto son 3000$). Pero lo cierto es que hace años que nadie se acerca a esa marca y el año pasado, por ejemplo, el podio fue 2h29', 2h30' y 2h43'. Yo, por si acaso, quiero empezar la carrera a 3'30" o 3'35" el kilómetro (alrededor de las 2h30' la maratón) y ver cómo se desarrolla todo.

No es una maratón que haya preparado ni una carrera que haré al 100%. Es, como dije antes, la opción de viajar, correr y sumarme a una buena causa; pero también quiero utilizarlo como experiencia para saber cómo el clima tan caluroso puede afectarme un una carrera. Creo que será una gran experiencia si no termino desfallecido y para conseguirlo, tengo que salir con calma. ¿Qué marca creéis que haré y a cuánto debería pasar la media maratón?

Tenéis toda la info posible, que no es mucha, en esta página web.

sábado, 27 de noviembre de 2010

El censo

¿Qué haríais un domingo cualquiera en un país que no es el vuestro y donde se prohíbe trabajar, salir o hacer nada fuera del hogar entre las 7 y las 17h? Pues en esta encrucijada me encuentro mañana. En Ecuador se celebra el censo 2010 de población y vivienda que, durante una semana, contará cuánta gente y cuántas casas hay en el país, una a una.

Desde hoy tenemos ley seca y a partir de mañana no se permite nada de lo que contaba. Ningún comercio estará abierto, ningún restaurante servirá comidas, las iglesias tienen prohibido celebrar misas; sólo los hospitales se salvan y, en todo caso, se necesitará un salvoconducto para acceder a ellos. Me pregunto qué pintamos los extranjeros en este censo y si podré salir a correr. Me apetece gozar de la carretera para mí sólo, sin coches, ni autobuses, ni camiones, ni motos. ¿Me parará la policía? Mañana me gustaría hacer una tirada larga, unos 25 o 30km de trote progresivo. A ver si lo consigo.

Y después, día de lectura. Ya he terminado "Hard Times" y hoy mismo he empezado "Aretes de Esparta", de mi amigo Lluís Prats; espero que no se me haga largo un domingo entero de lectura.

Y vosotros, ¿qué haríais?

viernes, 26 de noviembre de 2010

Los jarronazos

No es del todo cierto que viva sin agua corriente, pero casi. La Fundación donde se encuentra mi humilde morada tiene servicio de agua de 5 a 8, tanto de la mañana como de la tarde. Eso significa que el grifo que tenemos en medio del patio escupe un hilillo de agua durante seis horas al día. Los demás grifos de la fundación no escupen nada porque no existen tuberías.

Lo mismo pasa con las cisternas de los baños o con la ducha: no hay agua allí. Para manejarnos, la fundación está llena de cubos, jarras, jarrones y similares que acumulan esas seis horas de agua. Un manguera fina y larga se encarga de nutrirlos todos y, según demanda, los vamos vaciando.

Cuando uno termina de ir al baño, no tira de la cadena; cuando uno termina de ir al baño se acerca al cubo de dimensiones industriales que hay en la entrada, llena una jarra de agua y la vacía en la taza (y así tantas veces como los restos necesiten para ser tragados; la experiencia es un grado aquí).

Para la ducha, un lugar distinto al del baño y que consiste en tres paredes opacas con suelo de cemento y un agujero pequeñito de desagüe, otro cubo con su jarra a juego hacen de suministro. De manera tan rítmica como sea posible, se llena la jarra y se vierte encima de uno. Y se repite y se repite hasta que uno quede limpio (no debe uno olvidarse que el brazo derecho también tiene que ducharse). Después a enjabonarse y otra vez lo mismo.

Por suerte, no tengo que hacerme la comida ni lavarme la ropa: de verdad que tendría serios problemas para hacer ambas cosas. En este caso, la Fundación se encarga de ello y no me preocupo demasiado en cómo lo hacen.

Después de algunos días, no es tan difícil como parece en un principio (aunque aquí nadie habla de comodidad, ¿eh?).

jueves, 25 de noviembre de 2010

Mi humilde morada

La Fundación "Por ti Jesús" me ofrece cobijo mientras hago el voluntariado, pero nadie me contó en qué consistía el alojamiento antes de llegar. Ahora, después de dos semanas por aquí, os cuento de qué se trata.

Es una habitación amplia entera para mí -la de delante la ocupa el otro fisio-, de unos cuatro o cinco metros por lado; el suelo es de madera natural y no hay ventanas, lo cual no significa que no haya los huecos para ellas. Por suerte, aunque suele llover todas las noches, no hace frío ni tampoco entran los mosquitos (esto de verdad que no lo entiendo, pero me gusta). Lo demás son paredes pintadas de color infefinido y techo de uralita; una mesa que hace de estantería, un somier vacío, otro con colchón que es mi cama y un armario. Nada más.

Las dos habitaciones, las únicas de toda la fundación, están encima de la oficina y a ellas se accede desde una escalera exterior de madera que me machaca mis cuádriceps adoloridos de tan empinada que es. Esa escalera tengo que subir y bajar cada vez que necesito ir al baño o a la ducha o a comer, pero eso no es lo peor: lo peor es que el agua funciona a "jarronazos". Mañana os cuento más; ahora un par de fotos de mi humilde morada.

martes, 23 de noviembre de 2010

Y la altura me la jugó (parte estadística)


En la gráfica podéis observar el desnivel (verde) y mi ritmo (azul);
veréis que alrededor del kilómetro 16 ocurre algo raro con mi ritmo: eso es una pájara. Hasta entonces mi ritmo era más o menos uniforme en consonancia con el perfil, pero allí el perfil seguía siendo favorable y mis piernas no alcanzaban mantener un ritmo fijo. No es verdad que me pusiera a 5' el mil, como dice el reloj, pero sí que algo no funcionaba bien.

En resumen, mis parciales de 5000 según los kilómetros de la carrera
fueron estos: 15'56", 15'34", 15'16" y 16'38", aunque según el GARMIN esos tramos medían 4852, 5162, 5029 y 4832m, respectivamente. Por lo tanto, haciendo la regla de tres sobre a cuánto iba cada cinco mil, los tiempos finales son así: 16'25" (+35m), 15'04" (-152m), 15'10" (-155m) y 17'12" (-77m), colocando entre paréntesis el desnivel parcial de cada tramo. El último 1097 (que en realidad medía 1250m+44m) lo corrí en 5'09", que es un ritmo de 4'08"/km.

Se ve claramente que perdí un par de minutos en el cuarto 5000 (o por lo menos 1'30") y también bastante en el kilómetro final. Pero lo mejor de todo es que con ello salí ganando: quedar 5º de la general equivalía a 200$ en metálico, pero ser 6º (y por
lo tanto el primero de la categoría 19-29), consistió en 160$ para gastar en las tiendas SPORTIME y 35.000 millas de American Airlines que, según el subtítulo, equivalen a un pasaje de avión a EE.UU. (lo que no sé es a cuánto equivale si salgo desde España, pero también suena muy bien).

Los resultados completos, aunque no fáciles de consultar, están aquí. Y algunas fotos las podéis encontrar aquí.



PD: Lo peor de la carrera, por ponerle un "pero", es que los cuádriceps todavía me arden. Y tengo que recuperarme pronto, que la semana que viene tengo una nueva aventura.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Y la altura me la jugó

Pensar que la altura no me iba a afectar era una ilusión; sabía que me afectaría, pero no de esta manera, tan de repente, tan letal.

La mañana empezó fresca, con unos 6 o 7ºC según los termómetros publicitarios de la calle, y la salida se dio unos minutos después de las seis de la mañana. Yo me había levantado a las cuatro y salí del hotel en busca de desayuno. ¿Dónde se desayuna un domingo a esas horas? Una opción era tomar pollo frito con patatas de un local de 24 horas, pero me decanté por la gasolinera de al lado: dos magdalenas y un Nesquik. No es lo mejor, pero algo era.

Los primeros kilómetros los hice con el grupo de cabeza (éramos unos ocho o nueve), cerrando y midiendo mis esfuerzos. Íbamos a 3'15" más o menos, que no está mal para estar a 2800m sobre el nivel del mar. Mis piernas aguantaban bien, pero al primer arreón preferí calmarme. Cedí unos metros, como hacían otros y me puse a mi ritmo.

A partir de ahí empezó la bajada (era el kilómetro 5) y los de delante, un grupo de seis, se alejaban. Yo seguía a la mía hasta que me atrapó un corredor que iba a buen ritmo. Aunque me costó, me pegué a él y ya casi no nos separamos, haciéndole la goma un poco de vez en cuando y capturando a dos valientes que se pasaron de ritmo: los otros cuatro eran inalcanzables.

En ese momento, pensando que podía quedar 5º (había dinero para los cinco primeros) tensé y descolgué un poco a mi rival, pero ni fue mucho ni duró demasiado. Después de una bajada suicida en el trece, pensé que tenía que regular un poco, confiando que al esprint también se puede ganar. Nos juntamos de nuevo y, en el 16, peté. Fue algo así como un muro maratoniano: quedarse vacío de repente, sin fuerzas para mantener un ritmo digno y, lo que es peor, pensando si se será capaz de llegar.

Mi compañero de fatiga me sacó algo más de un minuto desde ahí hasta la meta; por suerte, mi perseguidor también andaba fastidiado y no me pudo atrapar.

Así fue la media maratón Mitad del Mundo: una carrera rápida con la condición de estar adaptado a la altura. Se ganó con 1h04'29" mientras que yo hice 1h08'35". No digo que la pueda ganar, pero es una carrera muy bonita de hacer, muy táctica para distribuir las fuerzas (el último kilómetro es un cuestón tremendo) y que ya tengo en mente poder repetir. Por si fuera poco, he caído bien a los de la organización (y ellos a mí) y podremos hablar más adelante sobre mi regreso, con una ayuda para el viaje.

La próxima entrada: un análisis estadístico para ver cómo se corre cuando hace bajada (kilómetros por debajo de 2'50") y cómo se peta por no estar adaptado a la altura.

Toda la info, en www.quito21k.com

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Mi plan


Descubriendo que es peligroso apuntarse a los planes de los demás, el próximo fin de semana lo he diseñado yo (bueno, lo diseñé ya hace tiempo cuando supe que el mes de noviembre lo pasaría en Ecuador). El próximo domingo me iré a la Mitad del Mundo.

La Mitad del Mundo es un lugar y monumento que está 240m al sur del Ecuador, pero que cuando lo construyeron creían que acertaban. Está tan cerca de Quito (unos veinte kilómetros) que lo mejor es ir corriendo y así se inventó la Media Maratón Mitad del Mundo. Ese es mi plan para el domingo.



La verdad es que tengo una gran curiosidad por esta carrera porque no se parece en nada a cualquier media maratón que haya corrido antes; me explico. La salida es a las seis de la mañana, en la céntrica plaza de toros (2783m) y hasta el kilómetro cinco se va ascendiendo (2820m), pero a partir de ahí... baja que bajarás y vuela que volarás. Los próximos catorce kilómetros tienen un desnivel a favor de 412 metros, hasta el km. 19 (2408) y de nuevo se sube un poco hasta la meta (2453m).

Y yo me pregunto ¿cuánto afecta la altura y cuánto beneficia la bajada para que cada año se gane con 1h04'? De verdad que estoy intrigado y me cuesta tener que esperarme hasta el domingo para descubrirlo. ¿Qué marca pensáis que puedo hacer yo en una carrera como esta?

lunes, 15 de noviembre de 2010

Romería

Mi estancia en Ecuador será de sólo cinco semanas (digo sólo, porque cuando hablo con los locales me dicen “eso es poquiiito”). Por lo tanto, cualquier plan que se organice a mi alrededor es de mi interés: el sábado tuve barbacoa en la finca de un chico (kilómetros y kilómetros de plátanos y, al terminar, un prado con un río y varios toros; ahí fue la barbacoa) y ayer domingo, romería. He aquí lo que fue la romería.

El autobús tenía que salir de delante de la Fundación a las 2am. Yo, pensando que la puntualidad sudamericana no es muy buena, me acosté con la alarma a la 1:50. Y de repente me llamaron, diciendo que el autobús ya estaba allí y que nos íbamos. Me sorprendió que la alarma no sonara y lo preparé todo rapidísimo, sin despertarme del todo todavía. Salí a la calle y miré mi reloj: medianoche. Eso no me cuadraba mucho pero lo cierto es que el autobús estaba ahí y pronto nos iríamos.

El autobús era feo. Tenía 40 plazas y, como éramos alguno de más, se añadieron sillas de plástico en el pasillo para que nadie anduviera de pie. Los asientos, viejos, eran bicolores: ocre pastoso y verde dolor-de-barriga. Pero lo peor fue la música: algo parecido a mariachis, al máximo del volumen y con las luces a juego cuando al conductor le daba la gana. Dormir no era una opción.

Con este panorama llegamos a Montecristi, lugar de nacimiento de Eloy Alfaro, pero también conocido por tener el Santuario de la Virgen de Montserrat (las comparaciones son odiosas, pero en nada se parece ni iguala a nuestra queridísima Moreneta). Eran menos de las cinco de la mañana y las calles ya estaban llenas de devotos y vendedores. Nosotros bajamos del autobús y yo me apunté al grupo que iría a venerar la imagen de la Virgen (algo parecido como dar el abrazo al apóstol en Santiago). Hicimos una hora de cola, más o menos, y conseguimos nuestro objetivo. Después, misa de 7 que empezó un poco más tarde porque la de 6 se había alargado. Y aquí sí se podía dormir; lo siento por el cura, que parecía dar un sermón muy bonito (y que al terminar nos pidió, a los que estuviéramos despiertos y con fuerzas, que nos levantáramos para seguir con la ceremonia; qué majo).

Después de la misa, desayunamos y compramos algo, antes de subir de nuevo al bus y hacia Manta, para bañarnos en la playa. El día no era soleado y me bañé más por decir que lo he hecho en el Pacífico que porque tuviera ganas, llevándome conmigo varios granos de arena finísima que eran imposibles de eliminar. Y comimos en los restaurantes de la playa y, ya muertos, subimos de nuevo al bus (eran las 5pm) de regreso a casa: ahí empezó el calvario.

Al parecer, a los ecuatorianos les gusta mucho “tomar” y a eso se dedicaron en el viaje de vuelta. Se compraron varias botellas de “cristal” y dale por aquí y dale por allá. A mi me ofrecieron pero no me hacía mucha gracia tomar un alcohol que no conocía, en un autobús tan feo y con gente que no eran mis amigos; vamos, que no lo veía yo muy claro.

La música siguió alta-altísima, los ecuatorianos cantando y las botellas vaciándose. Mientras tuve luz, me dediqué a leer “Hard times”, de Charles Dickens, y pensaba que sus protagonistas no lo estaban pasando tan mal como yo. Mi compañera de asiento, ¿35 años?, empezaba a andar perjudicada y varios boludos la cortejaban. Mientras, en el pasillo, la gente daba consejos de los más sabios: “a los borrachos hay que darles mentol para que se espabilen”, “para ligar hay que hacer así”... El segundo consejo me dio náuseas incluso a mí. Imaginaos que una mujer un tanto obesa (algo parecido a Úrsula en la Sirenita) comenta esa frase mientras cierra los ojos, frunce los labios y se acerca lentamente a la cara de su entrevistado.

Fuera por esa imagen o por el alcohol que ya no se podía tolerar, mi compañera acabó vomitando un poco y salpicando otro. Por suerte me ofrecieron cambiarme de asiento, pero lo que más deseaba era llegar a la Fundación. Incluso me preguntó Úrsula si estaba enojado y, al contestarle que sí, me quiso explicar tantas y tantas cosas que opté por hacerme el dormido; sólo me faltaba la verborrea de una borracha que, cada cierto tiempo, gritaba por el pasillo “¡¡¡que me oriiiinooo!!!”, para que el conductor parara un momento.

Incluso las paradas llegaron a ser molestas porque si, por casualidad, el conductor paraba en una gasolinera o lugar habitado, la gente bajaba en masa para comprar más botellas, mientras en la puerta del baño se formaba una cola bien larga.

Y sobre las 9 de la noche llegamos a El Carmen para encontrarnos que no había luz. Me habría gustado ducharme un poco, pero otro día os cuento cómo se vive sin agua corriente, ¿ok? Total, que me quité la ropa, me puse el pijama y en menos de dos minutos ya estaba durmiendo.

sábado, 13 de noviembre de 2010

¿Qué hago en Ecuador?


Ya llevo varios días en Ecuador y muchos os preguntaréis qué me trae por estas tierras. Hará casi un año, me puse en contacto con AISEESP (la Asociación Internacional de Sanitarios en España) que tienen proyectos de cooperación en Ecuador para los que necesitan médicos, enfermeros, psicólogos y fisioterapeutas, entre otros. Casi nunca se requieren fisioterapeutas para estos proyectos, así que me hizo mucha ilusión descubrir que alguien contaba con nosotros.

En ese momento no pude ir, por tener demasiadas competiciones en mente, pero este otoño era distinto. Ya desde el verano (y viendo que la opción de ir a Etiopía era bastante difícil), empecé a pensar que si corría una maratón en octubre (al final fue en noviembre) podría irme luego un par de meses a Ecuador hasta Navidad. En esa época no me perdería demasiadas carreras, aunque sí es verdad que me sabe mal no ir a la Behobia ni a la media de Mataró, pero aquí también he descubierto algunas competiciones que más adelante os contaré.

Total, que AISEESP me puso en contacto con la Fundación "Por ti Jesús", del cantón de El Carmen, en la provincia de Manabí, a 168km de Quito. Yo he tenido que pagar el viaje (675€) pero ellos me ofrecen el alojamiento (algún día os comentaré qué significa "alojamiento" por aquí) y la comida. Y mi trabajo consiste en realizar tratamientos de fisioterapia a los pacientes, muchos de ellos con problemas neurológicos o parálisis cerebrales infantiles, aunque también hay algo de traumatología. La mayoría es gente sin recursos que, si pueden, pagan 30$ al mes para recibir terapia todos los días que lo necesiten (si no pueden, se puede llegar a un acuerdo).

Así que esta es mi vida en Ecuador, hasta el 14 de diciembre que tengo el regreso a casa. Trabajo de 8 a 12 y de 14 a 17, e intento salir a correr a las 6 de la mañana y conectarme a internet al terminar la jornada (cuando en España es media noche).

miércoles, 10 de noviembre de 2010

De compras

Han llamado del aeropuerto para decir que mañana enviarán mi maleta a El Carmen, cerca de Santo Domingo de los Colorados (que ahora se llama Santo Domingo de los Tsáchilas) y sólo espero que esté entera. Llevo desde la maratón de Zaragoza sin correr y, aunque el descanso también es bueno, ¡¡¡quiero correr!!! En la maleta están mi ropa y mis zapatillas.

El caso es que para evitar vestir todos los días igual, al día siguiente de llegar a Ecuador (el martes), de camino a El Carmen, me fui de compras por Santo Domingo. En Quito cogí el autobús ese que os contaba del descenso de casi 3000 metros hasta el nivel del mar. Las vistas eran bonitas, pero tenía tanto sueño que me las perdí casi enteras. Tras dos horas y media, ya estaba en Santo Domingo y mi teléfono ya no funcionaba. Al parecer es por aquello de tribanda o cuatribanda: en Quito coge señal, pero fuera de allí ya no. Así que quien tenía que esperarme allí no aparecía y fue algo difícil de conseguir. Pero pasó algo más de una hora y nos encontramos. Nos fuimos a comer.

Después de comer, me llevaron a una tienda de ropa, de las que tienen de todo. En la planta baja escogí dos camisetas (turquesa y morada) y un polo (rosa); en la planta principal, en el mostrador de la izquierda, un pantalón (blanquecino); en el mostrados de la derecha, tres pares de calcetines y tres calzoncillos. No hace falta decir que el calor de Ecuador (nada parecido al frío que debéis de tener ya en España -¿o todavía no?-) casa muy bien con estos colores. Hoy, para trabajar, he estrenado el polo rosa. Y todo ello, por 48$ (35€). Hacía mucho tiempo que no me iba de compras y estoy orgulloso con el producto. Algún día os colgaré fotos.

PD: la próxima entrada: ¿qué hago en Ecuador?

martes, 9 de noviembre de 2010

Primeras horas en Ecuador

Terminada la maratón (o casi) de Zaragoza, llegué a mi casa la tarde del domingo 6; era el momento de deshacer la maleta, hacer otra más grande y cenar un poco. A las 5:50 de la mañana del lunes tenía puesto el despertador y a las 9:35 (aunque luego hubo retraso) subía a mi primer avión del día: Barcelona-Madrid. En Madrid, transbordo rápido y corriendo para no perder el Madrid-Bogotá, que estuvo lleno de turbulencias y "sólo" duraba diez horas. En Bogotá, una hora y media de transbordo para subir a un AeroGal (aunque en mi billete ponía Avianca) hasta Quito. Este avión de AeroGal, que creo que lo estrenábamos, era un Airbus 320 pero con todas las comodidades. El vuelo era de 70 minutos y me dio tiempo a ver en mi pantalla personal un capítulo de House, un recopilatorio de Just for Lags y terminar jugando al Golf.

Llegué a Quito a las ocho de la tarde, pero para mi reloj español ya eran las dos de la mañana. Luego, casi una hora de cola para el control de pasaportes y... ¡¡sorpresa!! tu maleta no ha llegado. Otro bastante de espera para saber dónde estaba o dónde reclamar y, finalmente, taxi hasta el centro (10$). El taxista, un hombre de unos 80 años que de más lento casi no llegamos a la ciudad, me dejó en la plaza de Santo Domingo y me aconsejó algún que otro hotel. Mis preferencias eran claras: barato, limpio y con agua caliente. Acerté con el Hotel Huasi Continental, que por 8$ (me descontaron uno) me ofrecieron una habitación triple sin baño, pero que me servía el baño del pasillo con agua caliente.

A las 11 de la noche hora local (las 5 de la mañana en España) me metía en la cama. La calle de abajo ha sido un poco ruidosa, pero he dormido bien. Esta mañana, a las 6 ya estaba en pie y después de desayunar (que empezaba a las 7) he comprado una tarjeta sim local y ya puedo estar localizable, aunque no sé cuál es mi número.

Ahora tomaré el trolebús hasta la estación de autobuses y dos horas y media después estaré en Santo Domingo de los Colorados; lo más impactante del recorrido es que pasas de casi 3000 a nivel del mar en 130km. Si sobrevivo, os lo contaré más adelante.

domingo, 7 de noviembre de 2010

No pudo ser

No resulta fácil escribir una entrada en el blog después de retirarse en una maratón. La maratón es una carrera distinta a las demás, tiene su entrenamiento físico específico y su motivación psicológica particular. El primer asunto, frente a una carrera de estas características, es escoger cuál correr. Las opciones siempre son varias y los motivos para decantarse por una y descartar otras, innumerables. Quería hacer Frankfurt, porque el circuito es bueno (fíjate, el ganador corrió en 2h04'57" este año) pero no sabía si tendría grupo y la organización no me ayudaba con el viaje ni el hotel. En Zaragoza, en cambio, el circuito parecía bueno (aunque engaña un poco, seamos francos) pero la organización se esmeró en que todo estuviera a mi favor. La elección era difícil y me pudo el riesgo.

Uno siempre confía en sus posibilidades y cree que todo es más sencillo de lo que parece. En Barcelona, hace varios meses, corrí en 2h18'53" y pensé que podía hacer menos; quizá no sería tan difícil mejorar esta marca en Zaragoza y, vistos los resultados del año anterior, ganar la prueba. Reconozco que me pudo la vanidad o, en todo caso, la rentabilidad. Hacer 2h17' en Frankfurt suponía pagarme el viaje y quedar el 25º (por lo menos); hacerlo en Zaragoza significaría (si ganaba la carrera) ganar 2000€ y la repercusión mediática de una victoria, que se puede rentabilizar luego en patrocinios. Vanidad o no, los atletas vivimos de esto y correr en Zaragoza era una apuesta: podía salir bien o podía salir mal. Y ha salido mal.

El día amaneció espectacular para correr. Una lluvia de corta duración limpió el aire y no soplaba el viento, pero los zaragozanos saben que después de esta ducha llega en cierzo: la nube se va y le abre las puertas, no hace falta añadir que las abre de par en par.

El plan (el que escribí en mi post anterior) era sencillo de redactar, pero no tanto de poner en práctica. Mi primer 10.000 lo crucé en casi 33'00" pero no me importaba mucho; seguía pensando que la carrera más inteligente sería de menos a más y ahorrar en los primeros kilómetros era una buena elección. Seguí más o menos al mismo ritmo y la media fue a 1h10' pelada. No era éste el plan y de vez en cuando me llegaban pensamientos negativos (no lo vas a conseguir, se te va a hacer muy largo, estás aflojando mucho...), mientras el cierzo soplaba más y más fuerte. A favor ayudaba un poco; en contra destrozaba al más optimista. La organización ataba los puntos kilométricos a las farolas y les añadía piedras en los pies para que no salieran volando. Cada vez era más difícil pensar qué tenía que hacer.

Mi ritmo de competición tenía que ser por debajo de 3'20" (me habría encantado competir a 3'15") pero varios kilómetros me salían a 3'30". Los números no cuadraban y, sin petar mucho más, la marca se acercaría a las 2h25'. No era éste el plan y la apuesta que había hecho estaba casi perdida. Podía seguir, intentar llegar a meta y descubrir que si quiero, puedo. Pero mi apuesta estaba perdida y llegar a meta no era un consuelo.

Retirarse en una maratón es muy traumático, porque se ha preparado a conciencia, se ha renunciado a otras carreras para hacer ésa. Aunque no sea cierto, a uno le entra la sensación de que ha perdido el tiempo. Yo sólo intento convencerme de que he perdido la apuesta, pero no el tiempo. Y he aprendido que la próxima vez quizá tengo que conocer un poco más las reglas del juego y pensar que no todo resulta tan fácil. Aunque ha sido una derrota deportiva, ha sido una gran lección. Ojalá las próximas lecciones no escuezan tanto.

jueves, 4 de noviembre de 2010

El plan

Este domingo se celebra la maratón de Zaragoza (y no es la única, también están la de Nueva York y la de Beirut, como mínimo), pero yo me quedo con el producto nacional. El plan es, a grandes rasgos, mejorar mi marca personal de 2h18'53" que hice el pasado mes de marzo en Barcelona.

En Barcelona pasé la media maratón en 1h08'00" y luego casi 1h11'; la idea es, por lo tanto, ser más prudente. Me conformo con 2h17' pero me gustaría hacer 2h16'. Quiero correr a 3'15", pasar a 32'30" el 10.000, a algo menos de 1h09' la media y mantener el ritmo el mayor tiempo posible. Tener la sangre fría para seguir manteniendo el ritmo incluso si me encuentro muy suelto; pasar el kilómetro 30 a menos de 1h38'00" sería perfecto y sólo a partir de entonces, si todavía voy muy suelto, empezar a pensar que puedo apretar.

El pulsómetro será un gran aliado. Corro con comodidad a menos de 160 pulsaciones por minuto. Si paso de esta barrera, mi cuerpo se va a resentir más pronto que tarde, así que andaré atento a este detalle.

Sé que puedo terminar con fuerza y espero (y deseo) que los tres etíopes que corren la maratón de Zaragoza empiecen a flojear con el paso de los kilómetros. No les conozco ni sé sus marcas personales (ni donde las han conseguido) pero hablan de algo así como 2h14' o 2h15'. Si consiguen estos tiempos será difícil que les gane, pero la experiencia me dice que salen demasiado fuerte y poco a poco van pinchando. La carrera puede ser, a priori, algo así como "corre que te pillo": les dejo un poco de ventaja (más que dejarles ventaja, es que creo que saldrán demasiado fuerte como para seguirles) y luego a esperar si con el paso de los kilómetros les alcanzo.

No será fácil, pero ganar la maratón de Zaragoza es quizá el objetivo que más me tienta (aunque va emparejado a mejorar mi marca personal). De todos modos, el domingo a las 9 de la mañana se da la salida para todo el mundo; estáis invitados.

martes, 2 de noviembre de 2010

Embajador

Ayer olvidé mencionar que ASICS no sólo me da el material para correr sino que además me ha nombrado embajador de la marca. No es para menos, después de saber que me gusta tanto viajar. De hecho, poco faltó para que en estas fechas me encontrara en Etiopía.

El pasado verano salió una oferta de voluntario para el hospital de Gambo (Etiopía) de manos de la fundación Fontilles. Querían a un fisioterapeuta para pasar seis meses en ese hospital y yo me apunté enseguida; pero no fui seleccionado. Una lástima, la verdad, pero ya tengo previsto otro destino (aunque no será tan largo, claro): el próximo lunes, después de mi maratón de Zaragoza, me apunto a unas vacaciones solidarias de cinco semanas para hacer de fisioterapeuta.

PD: Ya os mantendré al corriente de cómo me va.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Resumen 2009-2010

La temporada atlética 2009-2010 ha llegado a su fin y hoy empieza la siguiente. Es más un trámite burocrático que una forma de planificar la temporada (sólo hace falta ver que una de las competiciones más importantes que tendré es este domingo: maratón de Zaragoza). Sin embargo, es el momento de cambiar de club o confirmar que sigo en el mismo, de hacer balance de los resultados de todo un año, etc. He aquí el resumen.


Este año debuté con el Laietània de Mataró, equipo donde ya militaron mi hermano Enric y también mi madre. Mi primera competición con ellos fue la Behobia y no pudo empezar mejor: 3º detrás de Rafa Iglesias y Chema Martínez. Los éxitos se han sucedido hasta mejorar tres de mis marcas personales (5000m.l., media maratón y maratón), revalidar mi título de campeón de Catalunya de media maratón y quedar 2º en pista en el 5000. Por todo ello, y por el excelente trato que he recibido en el club, me quedo un año más -por lo menos- en Mataró.


En el apartado de la estadística, mi marca de 5000m.l. (14'09"28 conseguida en el meeting de Mataró) ocupa la cuarta plaza en el ránking catalán y la 16ª en el español. En media maratón (1h04'57" en Barcelona) estoy segundo como catalán y octavo como español. Y en maratón (2h18'57" en Barcelona también) de nuevo soy segundo catalán y 12º como español. A nivel europeo, sobre las 30 mejores marcas, todavía no aparezco en ninguna prueba. Podría ser el objetivo de la temporada que empieza, aunque no será nada fácil (las marcas trigésimas europeas son éstas: 13'39"45, 1h03'43" y 2h14'05").


Pero sin que sea fácil, varios son los que confían en mí. La semana pasada firmaba un acuerdo de colaboración con ASICS y sigue vigente el que tengo con COMPRESSPORT. En época de vacas flacas, se agradece todavía más esta ayuda y, por lo tanto, mis ambiciones para la próxima campaña tienen que ser ambiciosas: bajar de 1h04'00" en media maratón y de 2h15'00" en maratón; revalidar mi título de campeón de Catalunya de media y conseguir subir al podio en el campeonato de España (este año fui séptimo). ¿Lo veis factible?