viernes, 10 de septiembre de 2010

El periódico Dnevnik

Me contaban los miembros de la embajada española en Skopje, Macedonia, que estar en un país pequeño y con poca afluencia de españoles (en el país hay censados sólo 35 de los nuestros), implica que se alegren sobremanera con la visita de algún paisano. Siempre hay algún que otro mochilero despistado que pretendía viajar hasta Serbia sólo con el DNI y tuvo que acercarse a la embajada para pedir un salvoconducto, pero las visitas por temas de negocios o especiales como participar en una competición deportiva, rompen la rutina habitual.


Tan cálidamente me acogieron que hasta me sentí mal por no haberles avisado antes de que iba a Macedonia para correr. Incluso me comentaban que, de haberlo sabido con tiempo, me habrían acompañado hasta Ohrid y presenciado la carrera. ¡¡Qué honor más grande: el cuerpo diplomático español animándome!! Por lo menos hemos quedado que en mi próxima visita estará anunciada con antelación para que puedan tener algún preparativo.


Por ahora, ya han escaneado la prensa del día y me han mandado una copia por e-mail, pero ahí no acaba el asunto. El mismísimo Embajador ha mandado una copia al Consejo Superior de Deportes para que conozcan mi resultado. De verdad que no salgo de mi asombro, porque es algo que no me esperaba.


Aquí tenéis uno de los periódicos macedonios, el Dnevnik, que adjunta una foto a la noticia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué nivelazo. Cosas así se agradecen de verdad.

Rafa González dijo...

No, si ya te digo que allí eres un popstar!! Pero no se te ocurra aceptar una oferta para participar en la isla de los famosos!! Oye, el peódico deja muy clara la noticia, se entiende todo a la perfección...

mòmo dijo...

Sí, Rafa. Yo iba a decir lo mismo. Aunque creo que hacía la mitad del segundo párrafo hay un sujeto que no concuerda con su predicado.
Por cierto, ¿qué intenabas decirle al fotógrafo con ese dedo levantado?

Marc Roig Tió dijo...

¿Te refieres a que un sujeto como yo no concuerda con lo que predico? Vaya, ¡¡qué exigencias!! Jajaja.

Lo del dedo, Mòmo, era exigencia del fotógrafo; teníamos que mostrarle que habíamos quedado primeros, pero no entiendo el gesto de la serbia, de verdad. Serán las tradiciones.