jueves, 19 de diciembre de 2013

Mi vida en Kapsoya



Kapsoya es un núcleo urbano pegado a la ciudad de Eldoret, a diez minutos en matatu del centro de la ciudad. Ahora están arreglando la carretera, pero la casa de mis suegros está al final del pueblo y a esa zona no llegan todavía las mejoras.

La vida aquí es de esas vidas sencillas, pero bonitas. Amanece a las seis de la mañana y la hierba está húmeda; a esas horas hace frío pero si el día es soleado se sobrepasan los treinta grados. Al lado de la casa, dentro de la parcela, está el huerto y la zona de las vacas. Por la noche, si no hay nubes, el cielo tiene más estrellas que personas en el mundo. Es sobrecogedor.

Lo más habitual es que salga a entrenar a primera hora de la mañana con mi cuñado y su grupo de entrenamiento. Los grupos aquí se forman por vecindarios. No hace falta ir muy lejos para encontrar uno (el nuestro se reúne a sólo un kilómetro de nuestra casa). No hay entrenador porque eso cuesta dinero y resta flexibilidad. Es más fácil quedar un grupo de amigos y decidir qué toca hacer hoy, con un patrón más o menos fijo que se repite cada semana.

Conozco a mis compañeros poco a poco. Es difícil quedarse con los nombres y con las marcas de cada uno, pero siempre hay alguno que destaca. Entre mis compañeros de entrenamiento tengo a Longosiwa (medalla de bronce en el 5000 de los JJ.OO. de Londres). Es problema es que ahora está completamente fuera de temporada y no viene mucho; además, cuando viene es fácil ganarle. Pero me dice mi cuñado que cuando está poniéndose en forma no hay manera de seguirle. Normal.

Vista de Kapsoya desde lo alto de un montículo (Foto: M. Roig)

A primera hora de la mañana hacemos los rodajes, que pueden ser fuertes (como los “lunes a fuego”) o recuperadores. Los entrenamientos de calidad como los fartlek o la pista (si es que vamos, que todavía no la he pisado este diciembre), los empezamos a las 9:30. El resto del día es para descansar, estar con la familia, trabajar (¡¡¡la de escritos y proyectos que tengo en marcha ahora mismo!!!) o hacer recados por Eldoret. Luego, por la tarde y si las piernas lo necesitan, salimos otra vez a trotar 30 o 40 minutos. Estos doblajes sirven para encontrarse mejor al día siguiente y suelen funcionar muy bien.

Cuando anochece, a las siete de la tarde, ya es tiempo de relax. Cenamos más o menos a las ocho y una hora más tarde o así me voy a la cama. Así transcurren mis días en Kapsoya, un núcleo urbano pegado a Eldoret que destaca por sus carreteras de barro y baches pero que cumple a la perfección las necesidades de un atleta de fondo.

4 comentarios:

Rafael dijo...

Puro lujo...felices fiestas Marc¡¡¡.
Un abrazo.

Raúl Muñoz dijo...

Molt interessant, Marc. Senzill, però efectiu. Vida familiar i esport, tranquil·litat. No té pas mala pinta, no.

Marc Roig Tió dijo...

Gracias, Maratonman, felices fiestas también para ti.

Raúl, té molt bona pinta, t'ho puc assegurar!!!

Anónimo dijo...

Running en estado puro!!!!
me has emocionado, eres un gran corredor, pero aún mejor narrador...
un abrazo,feliz navidad
saludos (te tengo noticias preparadas para cuando vuelvas)