Lo que más sorprende de pasar un año fuera de Eldoret y volver no es que se acuerden de ti los voluntarios de Ex-street children; lo más sorprendente es que se acuerden de ti los niños de la calle. Yo también me acordaba de algunos de ellos; fue grato saber que muchos -a los que cogí más cariño- habían regresado a sus casas y a sus respectivos colegios. Ojalá hubiera tenido tiempo para visitar Lodwar, donde està Kevin Lorio, o ver de nuevo a David Bob, esta vez luciendo un uniforme de colegio en lugar de harapos. Pero otros seguían en la calle, y se acordaban de mí.
Ellos son la cruz, los que conocen la asociación Ex-street children y su trabajo, pero no son capaces de dar el paso para recibir ayuda. La vida en la calle es ingrata pero nadie te pide nada a cambio; nadie te exige ninguna responsabilidad: sólo tienes que sobrevivir y tú decides cómo. Quizá porqué el año pasado me invitó a tomar una taza de té en una casucha en la que nunca me habría atrevido a entrar, este año me acordaba especialmente de Ana. El año pasado podíamos hablar más o menos en inglés, pero este año ya no sabe hablarlo: ¡lo ha olvidado! Pero recuerda mi nombre y que yo le había prometido un regalo -una bicicleta, me había pedido- la próxima vez que viniera.
Le regalo una camiseta de color azul celeste -la de los 10km de Strömstad- que destaca sobre su piel negra y, especialmente, sobre la suciedad de sus ropas habituales. La luce orgullosa, también al día siguiente y todos los demás días que la veo. Y sonríe siempre que me ve, pero no consigo entender por qué escoge quedarse en la calle. Otras chicas como ella -casi todas están enfermas, casi todas tienen por lo menos un bebé...- han ido a Ex-street children. Ellas son la cara de esta realidad (como las chicas de la foto): con problemas pero con la voluntad de seguir adelante, de ayudarse mutuamente y de agradecer una pequeña ayuda como el alquiler de una casita de barro o el dinero necesario para comprar comida para ellas y para sus criaturas. A cambio, sólo tienen que abandonar la vida en la calle, el consumo de pegamento u otras drogas y unirse a los "peer groups" que Ex-street children monta para este colectivo: aprender canciones, primeros auxilios, perruquería, mecánica o lo que les apetezca con la voluntad de poder ser autosuficientes en un plazo no muy largo.
Queda mucho por hacer y ojalá poco a poco se consigan resultados mejores, pero llega un momento en el que uno descubre que el dinero no es el único problema: hace falta comprender qué pasa, por qué los niños y las niñas abandonan sus casas y deciden vivir en la calle.
4 comentarios:
Es un asunto de dinero,si,pero tambien de educacion.Haces un gran bien por alli Marc.Siempre hay mucho por hacer,pero se van poniendo piedras,algo se avanza por lo que cuentas y ese algo tambien es importante,suma y da fuerzas para seguir avanzando.
Un abrazo.
Muy emotivo tu comentario de hoy. Felicidades una vez mas. Por cierto, que tienes previsto hacer el 7M en Barcelona? Sub 2h18'?
Supongo que es algo difícil de comprender pero pasa muchas veces. Parece como si se tuviera miedo a una vida mejor, no sé... lo importante es que algunos ya hayan dado el paso, quizás con el paso del tiempo se de una reacción en cadena y otros se animen a seguir su ejemplo.
Ojalá tengas razón, Furacán. Lo cierto es que viendo lo felices que son los que han decidido abandonar la vida en la calle, cuesta creer que no consigan arrastrar a los demás. Pero quizá más adelante se consiga.
Ernest, la maratón es una incógnita. Supongo que saldré entre 67'30" y 68'00" la media maratón y, si puedo, haré la segunda un pelín más rápido. ¿Lo conseguiré?
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