No estoy tan mal

Después de demasiadas semanas corriendo medias maratones y consiguiendo resultados pobres, llegaba el momento de cumplir con el club en la final de la liga catalana. Mi tarea era correr el 5000 y conseguir la mejor posición posible (sin olvidar que el año pasado ya había conseguido ganar).

Las jornadas de liga no suelen ser rápidas; las carreras de fondo (e incluso mediofondo) empiezan a regañadientes, sin que ninguno de los atletas esté dispuesto a dar la cara. En ocasiones se llega al último kilómetro formando una piña y cualquier atleta es válido para la victoria final: en menos de un segundo se pueden perder muchas posiciones.

Y yo creía que la carrera sería así, perezosa, abochornada por el calor; y me equivoqué. El primer mil fue a 3'00", el segundo a 2'59", el tercero a 3'01" y en el cuarto se rompió la carrera. Otmani Btaimi, que ya me ganó este año en las medias de Calella y Montornès, aceleró de manera brusca. Tardé un poco en reaccionar e ir a su caza, cuando ya me aventajaba unos veinte metros (ese cuarto kilómetro, donde le alcancé, lo corrí en 2'49"). Luego fui yo el que atacó, manteniendo el ritmo que llevaba al alcanzarle y que no pudo seguir.

Y en estas posiciones entramos en meta, yo con 14'44" y él con 14'45". Ni siquiera ha empezado la temporada de pista ni he hecho series de mil a menos de 3'00" y me alegro de saber que no estoy tan mal; de hecho, estoy bastante bien. Quizá ya he empezado a cambiar el chip -a nivel mental- y eso puede conducir al éxito.