Después de casi dos meses en Kenia (y ya es mi tercera vez), por fin me decidí a hacer de turista por el país. Sin ir demasiado lejos de Eldoret (y sin escaquearme una sesión de 32km el sábado a las seis de la mañana que ya os contaré), el resto del sábado y el domingo los pasé en los lagos Baringo y Bogoria, donde pude ver hipopótamos, cocodrilos, flamengos, gacelas, monos y cebras, además de docenas de pájaros que soy incapaz de nombrar.
Poco antes de las diez de la mañana del sábado, fuimos en coche por la carretera de Iten a Kabarnet que pasa de los 2300m del primero a los 1800 del segundo pero pisando el valle del Kerio a 1100m. Es la carretera favorita de los ciclistas kenianos, pero ese día no encontramos ninguno.
En Kabarnet tuvimos una parada técnica y seguimos el viaje hasta Marigat y el lago Baringo, donde los wazungus tienen que pagar 200KSh (2€) para entrar mientras los locales sólo pagan 50 y los coches 100. La localidad cercana al lago Baringo es pequeña y desordenada, pero sobrevive gracias al turismo. Todos los transeúntes se nos ofrecen para navegar por el lago con su barca motorizada y varios alojamientos occidentalizados hacen el agosto con precios de mzungu. El almuerzo (buffet) lo tuvimos en el Soi Safari Lodge por 700KSh, pero no fue nada del otro mundo, mientras que para dormir pagamos un cottage en el Robert's Camp por 7000KSh y capacidad para 6 personas. Desgraciadamente, los cottage con vistas al lago estaban ocupados.
Por la tarde conseguimos un viaje en barca por el lago por 1200KSh y pudimos contemplar varios hipopótamos y dos cocodrilos. Si el viaje dura más (el nuestro era de una hora) se suele completar con la compra de pescado fresco al que se le coloca una madera dentro para que flote; según nos contaron, en cuestión de segundos decenas de pájaros se lanzan en picado sobre él.
La cena fue más sencilla que el almuerzo y en estilo keniano: entras en una casa de comidas, pides lo que te gustaría comer y te traen lo que les apetece, y en algunos casos tienes que esperar durante una hora. La ventaja es que suele ser barato (judías rojas -githeri-, arroz y chapati, por 120KSh).
Al amanecer del domingo, me acerqué a la orilla del lago. Había un par de hipopótamos comiendo a escasos metros de mí. La cámara no es demasiado buena, pero algo se puede apreciar.
Poco más tarde recogimos las maletas y marchamos hasta el lago Bogoria. El lago Bogoria es una reserva nacional y piden 2000KSh por persona para entrar. El problema es que unos españoles que habían estado el día anterior con bicicletas nos contaron un secreto: el control de entrada se puede saltar.
En mitad de la carretera, hay piedras del tamaño de pelotas de fútbol que impiden el paso y obligan a desviarse a la derecha durante cien metros donde se encuetra una taquilla. Pero... si mueves un poco las piedras y aceleras, no hay peaje. Es cierto que no se debería hacer, pero 2000KSh es mucho dinero y total no queríamos estar mucho rato.
Nuestra idea principal era entrar en el lago Bogoria por el norte y salir por el sur, en dirección a Nakuru donde terminaba el viaje conjunto. Y eso hicimos. Apenas paramos para sacar unas fotos a los flamencos y a los géiseres y seguimos por unas pistas casi intransitables temiendo que se nos acabara la gasolina en mitad de la nada, hasta llegar por fin a un pueblo llamado Mogotio, donde llenamos los depósitos del coche y de nuestras barrigas (aquí pilau -arroz especiado- por 50KSh).
Y por fin llegamos a Nakuru, donde mis amigos siguieron hasta Nairobi y yo embarqué en un matatu (tardó dos horas de reloj en llenarse) hasta Eldoret.
1 comentario:
Tiene que ser fascinante...
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