Cuenta el libro "Running", de Thor Gotaas, que un atleta keniano concreto (aunque no dice el nombre ni la fuente) pedía 754 dólares en cada carrera que participaba (lo que se llama "fijo de salida"). Tal estrambótica cifra correspondía al precio de una vaca en su ciudad; no pedía más ni menos, se sentía bien pagado si cada carrera del circuito europeo le reportaba una vaca más para su ganado. Según parece, esta anécdota es de los años ochenta, pero puede ser muy válida todavía hoy.
Mientras en la India las vacas son sagradas, en Kenia representan el estatus de una familia; aunque en Nairobi ya nadie tiene vacas, cualquier ciudadano que se precie te asegurará que allá en su pueblo natal, en su "rural farm", tiene tal o cual cantidad de vacas. Y si llega el momento de casar una hija, se pedirá a la familia del novio que aporte varias vacas en concepto de dote, aunque sean en dinero contante y sonante. Al fin y al cabo, las vacas no sufren inflación.
Han cambiado bastante las cosas en Kenia durante los últimos decenios, pero las tradiciones resisten tanto como se les permite. Ya no hace falta visitar la casa de la novia (futura prometida) con un rebaño de vacas como contaba Margaret Ogola (fallecida el pasado 22 de septiembre) en su libro El río y la fuente, pero ambas familias se reúnen en una celebración sobria donde un miembro de cada bando hace las veces de portavoz, explicando el motivo de la visita, definiendo el tótem familiar (algo así como el árbol genealógico) para evitar cruces consanguíneos y aceptando el número de vacas que corresponde pagar, todo ello en una de las 42 lenguas tribales que existen en Kenia. Los más adultos son los que mayor respeto merecen y su lengua no es el inglés ni el swahili, circunstancia que tiende a desaparecer en las nuevas generaciones y que puede borrar del mapa un buen número de lenguas (no son raros los casos de nietos y abuelos que no llegan a entenderse).
Aceptado el trato, se brinda con mursik (este alimento ya ha pasado por este blog), se come en familia (a menudo se mata a algún animal como deferencia al grupo visitante) y se intercambian regalos, se plantan árboles, se canta, se hacen discursos y nadie se preocupa de la hora. Como bien dicen, los europeos tenemos relojes, pero los africanos tienen el tiempo.
Empieza una nueva generación y las cosas todavía serán más distintas que antes, pero lucharemos para mantener las tradiciones y, si se puede, compraremos alguna vaca.
10 comentarios:
No n'hi ha prou amb les gallines? ;-)
Espero que no hi hagi cap entrebanc i "guanyis" aquesta "cursa" tan important!
Enhorabona!
Enhorabona. A aquesta cursa t'hi hauria acompanyat de bon grat, però no ha pogut ser.
Este post es una "mica" autobiográfico... Si es así habrá que dar la enhorabuena ;-)
¡Vivan los novios!
Marc, me n'alegro moltíssim que tot s'hagi arreglat pel bon camí (el seu pare s'hagués perdut un gran gendre), així que moltes felicitats!
El convit a TGN continua en peu per quan puguis i vulguis!
Una forta abraçada!
:)
¡Vivan! Y aquí anda la gente dando su número de cuenta corriente... ¡Una buena vaca y menos tonterías!
gran rojut!! me n'alegro molt també!
vivan!
ignasicampos
Muchas felicidades Marc!
Ahora a aprovechar para entrenar por ese GRAN país.
Un saludo,
Lukas
Genial Marc. Moltes felicitats!
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