Mataró, de 2000 a 2010

Se está celebrando el campeonato de Catalunya de atletismo en el estadio del Laietania de Mataró, mi club; y esta tarde, mientras muchos de vosotros estéis mirando la selección de fútbol, a mi me tocará dar doce vueltas y media al anillo rojo (y lo más rápido posible, claro).

Se da la casualidad, para aquellos a quienes les guste la estadística, que hace diez años tuve mi primer gran triunfo atlético en esa pista. Yo era cadete y creo que la carrera se celebró en miércoles; el siguiente viernes terminaba el plazo para realizar la marca mínima para participar en el campeonato de España (9'00", por aquel entonces). Ricard Fernández, compañero de entrenamientos y gran amigo, se encargó de hacerme de liebre.

En la contrarrecta estaban mi entrenador y mi madre; en la línea de meta, Guillem del Laietania (ahora mi "jefe" en el club). Las vueltas se sucedían a 1'11" y 1'12", que todos se encargaban de gritar animados. El mil a tres y el dos mil a seis; los primos Dani y Jordi Gálvez, mis compañeros en las pistas de Canet, acababan de descolgarse. Y yo me animaba con la posibilidad de conseguir la mínima.

Al toque de campana, Guillem -crono en mano- me advirtió de que si hacía 1'12" conseguiría la mínima. Y siguiendo el estilo de Canet (ese último 400 a tope que unos años antes ya sirvió a Ricard Fernández para ser campeón de Europa júnior de 10.000 en San Sebastián) empezamos a esprintar. Antonio, mi entrenador, nos pedía ir más y más rápido; mi madre, en cambio, pedía a Ricard que se apartara porque yo iba "lanzado" (pero hay que reconocer que Ricard iba sobrado y que era él quien me lanzaba).

Esa última vuelta nos salió a 1'04" y mi marca final fue de 8'53"90. Había conseguido la mínima y sólo quince días más tarde me proclamé subcampeón de España cadete de 3000 metros en Segovia, detrás de Alejandro Fernández: mi primera medalla a nivel nacional.