El niño que convirtió el carbón en oro

Hace casi diez días, se disputó en Bydgoszcz (Polonia) el campeonato del mundo de cross. España pasó de puntillas, discretamente, y nuestros medios de comunicación se encargaron del resto; la mayoría de noticias fueron de agencias y, por si fuera poco, ni les dedicaron una simple lectura:

"Kenia, que tenía una ocasión perfecta para recuperar la corona por las ausencias del etíope Kenenisa Bekele y del eritreo Zersenay Tadese, mandó por delante a Ebuya, que este año batió a Bekele en Edimburgo. Cubrió el segundo mil en 5:34 y el cuarto en 11:06, con Bezabeh a su lado dentro de un grupo de 20.
A mitad de prueba seguía tirando Ebuya con su compañero Richard Mateelong, Mehdin y Bezabeh. El pelotón se había fraccionado ya y arriba quedaban 22. Carles Castillejo marchaba en el puesto 30, a 22 segundos."

Quizá no era muy noticiable que Kenia recuperara el cetro en la categoría sénior masculina, pero sí cabe destacar que lo conseguía once años después de que Paul Tergat venciera por quinta y última vez. Once años de sequía, incluso en Kenia, son muchos años de sequía.

Y lo consiguió Joseph Ebuya, un joven atleta que conoce la geografía española: Llodio, Soria, Alcobendas... Un joven turkana, la tribu nómada que habita el noroeste de Kenia y que nunca había producido un atleta de nivel mundial. Un joven que se dedicaba a vender carbón vegetal en lugar de ir a la escuela, pues su familia carecía de recursos. Un joven que ya ha regalado a sus padres diez acres de terreno (40.000m2) y les está construyendo una casa. Un joven que quiere levantar un campo de entrenamiento en el distrito Turkana y enseñar a sus compatriotas el maravilloso mundo del correr.

Desgraciadamente no puedo conseguir más información sobre Joseph Ebuya, pero bien se merece un reconocimiento. Y digo más: si a algún medio le interesa, en mi próximo viaje a Kenia puedo desentrañar la historia del niño que convirtió el carbón en oro.