La media de Barcelona

La media maratón de Barcelona siempre juega al perro y el gato con el clima. El año pasado, nevaba; este año diluvió. Lo curioso del caso es que el año pasado había menos grados pero se corrió muy bien, mientras que este año quizá teníamos 7 u 8 grados centígrados y la sensación, aunque buena antes de comenzar, pasó a ser nefasta a la media hora: el cielo se cubrió y en apenas unos minutos cayeron muchísimos litros de agua y se desplomó el mercurio (o esa era la sensación que me dio a mí).

El objetivo inicial, o quizá el sueño, era mejorar mi marca del año pasado (1h04'57"), lo cual sería no sólo una muy buena noticia sino también una inyección de moral de cara a la maratón. Y reconozco que quería salir más rápido de cómo lo hice, pero el Garmin me avisaba que iba a 3'02" o 3'03" y no era plan de seguir forzando, aunque luego resultó que el primer 5000 lo crucé en 15'35" (3'07"). Sin agobiarme demasiado, aunque un poco molesto por no correr como tenía previsto, intenté acelerar un poco y resultó que aflojoaba el ritmo (segundo 5000 en 15'44"). En ese momento empecé a preocuparme. No sólo no mejoraría mi marca, me quedaría muy lejos (mentalmente me calculaba un 1h07'); y empezó a llover.

Me atrapó un inglés o galés que venía detrás y juntos, a relevos, llegamos hasta el 15 mejorando un poco el parcial (15'40"). Era el momento de darlo todo y me puse a ello. La media maratón es una distancia que me gusta mucho, porque es una hora y pocos minutos de esfuerzo; sin que sea agónico, permite controlar el ritmo durante partes de la carrera (se puede salir rápido y luego intentar no perder mucho o salir más conservador y acabar fuerte). Es una distancia que merece leerse con detenimiento; apretar un par de segundos el ritmo antes de tiempo puede significar correr los dos o tres últimos kilómetros 10 o 15 segundos más lento. Y eso significaría perder mucho tiempo.

Lo mismo ocurre con pelear las posiciones. Cuando estás en el kilómetro 17 puedes pensar que todavía te quedan cuatro kilómetros o que "sólo" te quedan cuatro. En la media de Barcelona, el podio era para los kenianos, pero en esa clasificación paralela que se llama "el primer europeo", la cosa andaba muy apretada. Yo pasé el kilómetro 10 en novena posición y cuarto europeo; no estaba muy lejos de lo otros blancos, pero me costó mucho atraparlos (incluso tengo que añadir que uno de ellos se equivocó en una rotonda y corrió unos 20 o 30 metros más que nosotros, sin los cuales quizá no le habría atrapado).

En el kilómetro 19 íbamos un grupo de tres y, unos cinco segundos por delante, el primer europeo. En ese momento me decidí apretar y llegué a la altura del primero sin que me siguieran los otros. Y emparejados llegamos al kilómetro 20; dejé que pasaran unos cuantos metros y ataqué de nuevo, lo suficiente para sacarle 10 metros y girarme constantemente para controlar que no se acercara. No sé quién de los dos iba peor, pero llegar desde atrás y atacar siempre desmoraliza al rival. Pero se repuso y quiso acecharme, con lo que me obligó a sacar el resto y disputar un esprint bastante agónico que por fortuna me llevé.

Los últimos parciales, ya empapados de arriba a abajo, fueron de 15'30" y 3'18" (1.097m). Llegué a meta contentísmo aunque no había mejorado mi marca; conseguí ser el primer europeo y, pese a las condiciones, 1h05'45" no es un mal registro. Y la inyección de moral de cara a la maratón también es válida con este tiempo.

Me falta un mes para la maratón, tiempo suficiente para seguir entrenando fuerte (ya en Kenia) y soñar con 2h15'. Ese es el objetivo.