Trabajar en una Fundación con niños especiales tiene sus ventajas. A menudo llegan colectivos que quieren poner su granito de arena mientras mejoran un poco sus habilidades, entiéndase mi caso como fisioterapeuta (mi experiencia laboral con niños con parálisis cerebral era mínima) o el de un grupo de chicas que están estudiando secundaria (rama "belleza") y que quieren practicar cortes de pelo y pintadas de uñas.
Si conocéis algún niño con parálisis cerebral o espasticidad, entenderéis que no es fácil controlar su cuerpo para que esté sentado en una silla y sin movimientos bruscos de tronco, brazos o cabeza: el miedo a cortarle la cabeza se palpaba en el patio. A algunos chicos incluso se les cortó el pelo acostados en una silla, pues eran incapaces de flexionar caderas y rodillas para para estar sentados.
También había chicos con síndrome de Down y otras patologías en los que el problema consistía en convencerles para que se dejaran cortar el pelo o, simplemente, se lo peinaran un poco. Pero fue una gran jornada y para terminar, yo mismo me apunté al corte. A menudo pasaba la profesora por ahí dando consejos sobre cómo hacerlo bien y cómo no (y yo no tenía un espejo delante para cerciorarme de que había más de lo primero que de lo segundo). Pero reconozco que el trabajo realizado no fue malo.
PD: Si alguno se lo preguntaba, a mí no me pintaron las uñas.
1 comentario:
¡SUERTE EN PANAMÁ!
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