martes, 14 de diciembre de 2010

Me des-Quito

Se ha acabado la experiencia americana. Escribo desde el aeropuerto de Bogotá, que ya me conozco demasiado -llegada a Ecuador, viaje de ida y vuelta a Panamá y ahora- y repaso un poco lo que han sido estas cinco semanas.

He conocido dos países nuevos y descubierto frutas y comidas que ni siquiera me imaginaba (tomates de árbol, granadillas, variedades y variedades de plátanos, ceviches, encebollados y otras muchas de las que no recuerdo el nombre). Reconozco que la comida ecuatoriana me ha gustado, pero tantos días en la província de Manabí me ha cansado un poco el paladar: la dieta habitual (y cuando digo habitual significa para desayunar, comer y cenar -que aquí se llama "merienda"-) fue arroz, plátano a la parrilla y carne. Y eso, aunque me gustara, terminó por aburrir un poco.

A nivel atlético, me voy más que contento. No he entrenado demasiado, como estaba previsto, y he participado en dos carreras que nunca había previsto con unos resultados más o menos aceptables. Quién sabe si otro año volveré por aquí con la preparación suficiente para poder ganar alguna de ellas (reconozco que me haría ilusión, claro). Y he conocido a muchos atletas con quienes espero coincidir en futuras carreras, lo cual siempre hace ilusión.

Y a nivel del voluntariado, también estoy contento. Por supuesto que no se cambia el mundo con unas semanas de colaboración desinteresada, pero es un granito de arena que siempre ayuda. Y ya tengo por lo menos las preguntas de dos fisioterapeutas que quieren ir en los próximos meses. Quizá éste es el aspecto más positivo, además de las amistades que he conseguido por este lado del charco.

Y para terminar, una anécdota de cómo han sido mis últimas horas en Ecuador.

Llegué a Quito por la tarde y me acerqué al colegio donde trabaja Raúl Ricaurte, para ir con él a su casa. Raúl fue el entrenador de Silvio Guerra durante diez años y es un gran amigo de Antonio Serrano. En casa de Raúl comí la añorada pasta y hablamos de atletismo, pero nos acostamos temprano porque el grupo de Raúl entrena muy pronto.

A las 4:45 de la mañana sonó el despertador y nos fuimos al estadio olímpico Atahualpa, donde el entrenamiento empezó a las 5:30: un calentamiento suave y luego fartlek de 300m, cuestas, 500m, cuestas y un 1500. Por suerte, el grupo que entrena ahora con Raúl (a veces más de 100 personas) es bien popular y no hacía falta sacar el hígado por la boca porque a esas horas y a esas alturas (2800m), uno no iba sobrado. De hecho, mi reloj se quedó sin batería y ni siquiera sé que tiempos hice, pero Raúl me espiaba y dijo que algo entre 5'00" y 5'10" para el 1500.

Después de esto, regreso a la casa de Raúl para tomar una ducha y un gran desayuno que me permitiera aguantar muchas horas de viaje. Y en esto estoy. A mediodía del miércoles, hora española, espero aterrizar en Barcelona y llegar a Sant Pol pronto. Y si las piernas lo permiten, por la tarde estaré entrenando en Canet de Mar. Ya faltan menos de tres meses para la maratón de Barcelona y hay que ponerse serios.

5 comentarios:

Rafael dijo...

Que te quiten lo bailado,que bien lo has pasado,eres un hombre ya de mundo Marc,lo del arroz,la carne y el platano en Venezuela tambien es una comida tipica,pero es comida y la carne es carne mechada y el platano es frito tambien y se acompaña de arepa(un pan especial muy rico que hacen en Venezuela).
Un abrazo

Guillem dijo...

BENVINGUT de nou!

Unknown dijo...

Bienvenido crack, espero verte algún día entrenando por canet de mar.. jeje

Pablo Vega dijo...

Bienvenido, Marc. Es hora de descansar y planear nuevas aventuras.

Me hizó muchísima ilusión nuestra charla en el aeropuerto. Tenías muy buena cara después de tanto viaje. ;-)

am dijo...

¿El ponerse serios incluye no postear? ¿Qué ha pasado después del des-quite?